Ruido
Hoy no sabía muy bien de qué escribir. Estoy aturdida. Tanto ruido me deja muda. Tantos acontecimientos me inducen a la inmovilidad. Tantas opiniones y juicios y prejuicios me superan. Qué inseguridad. Menudo escándalo.
Hoy no sabía muy bien de qué escribir. Estoy aturdida. Tanto ruido me deja muda. Tantos acontecimientos me inducen a la inmovilidad. Tantas opiniones y juicios y prejuicios me superan. Qué inseguridad. Menudo escándalo.
Al final lo más sabio en mitad del estruendo va ser refugiarse en casa –el que la tenga-, quedarse en silencio y callar, callar hasta que pase la tormenta, si es que llegamos a estar vivos para verla pasar, si es que no nos atrapa en una de sus embestidas. Cerrar ojos, boca y oídos. No molestar, quedarse inmóvil, respetar el dolor del otro, no llenar el espacio con nuestras miserables opiniones, críticas o lapidaciones online; apartarnos de este desordenado caudal de noticias, emociones, mentiras a medias, críticas gratuitas al vecino, amigo o compañero que se expresa de la mejor manera que sabe o puede. Respetar, respetar, respetar. Y callar. Simplemente desaparecer y esperar a que todo pase. Creemos que entendemos algo de lo que está pasando y la verdad es que no tenemos ni la más remota idea. Por no entender no entendemos ni al de al lado, aunque tampoco es que nos esforzamos mucho por hacerlo. Si, al final de todo, conseguimos que nuestra dignidad se mantenga en pie, nos habremos salvado. Si no somos capaces de eso, habremos dejado de ser para siempre. Y no tengo muy claro cuál de las dos opciones acabará sobresaliendo por encima de semejante griterío.