Tiempo de velas o tiempo de balas
Muchas madres de España hemos lanzado una pregunta: ¿Y ahora qué señor Rajoy? Nos quedan aún muchos días de velas en recuerdo de los mártires de Paris, muchas flores que depositar y muchas Marsellesas que cantar.
Muchas madres de España hemos lanzado una pregunta: ¿Y ahora qué señor Rajoy? Nos quedan aún muchos días de velas en recuerdo de los mártires de Paris, muchas flores que depositar y muchas Marsellesas que cantar.
¡Lástima que no se hiciera lo mismo cuando cristianos y yazidíes, mártires también, eran víctimas de un terrible genocidio por los dementes del Estado Islámico! Pero la tragedia francesa, que nos toca mucho más cerca y son “los nuestros” si parece haber removido tripas y conciencias de los tibios gobernantes. Y “ahora sí” han ido a tratar de detener en los suburbios franceses y en el “santuario” belga a quienes “estaban siendo vigilados por radicales”. Y si constaba que eran “radicales” ¿Por qué no se les detuvo antes y se ha permitido que campen por sus respetos por Europa a unos psicópatas medio tarados y de peligrosidad extrema? Que no se hable de “tolerancia” que se hable de cobardía y de miedo.
¿Entendemos ahora mejor a Israel, un pequeño país rodeado de fieras cuyos ciudadanos se ven obligados a “saber defenderse” de los terroristas de Hamás? Sí, de esos corruptos criminales que, cuando se ven escasos de fondos y quieren mamar un poco más (mucho han mamado ¡vive Dios!) de los timoratos europeos, apañan “la intifada” atacan con los cohetes a Israel, Israel responde, llega el palestino loco y apuñala a una abuela en una parada de autobús y cualquiera judío saca un arma y fríe al asesino, llega el otro palestino loco y tirotea un coche en el que va una familia de excursión y aparece de la nada una chica de las Fuerzas de Defensa de Israel y también queda el palestino frito, va otro chalado se monta en un autobús y comienza a dar puñaladas y, los pasajeros, acostumbrados a los atentados, que viven puerta con puerta con el terror, que han tenido que aprender a defenderse para sobrevivir, sacan las armas que han aprendido a usar y dejan al criminal como a un colador… ¿Entendemos mejor al pueblo de ese judío llamado rabí Jesús de Nazareth que venía directamente de la abolengosa Casa de David?.
Decimos las hijas, las madres y las abuelas de España ¿Y ahora que hemos visto que tenemos a los bichos aquí, ahora qué? ¿Cómo vamos a defendernos? Es más ¿Se nos permite defendernos?. Porque tratar de combatir a auténticos asesinos terroristas con “la moral de la pamplina” es poco eficaz. Por muchas velas que se enciendan y muchos homenajes que se enjareten: velas contra balas. Hasta que les toque a mis hijos o a los de ustedes y las madres de España estamos en general poco dispuestas a que les pongan flores, velas y mensajes a las fotos de nuestros hijos, porque, si se las ponen, ya no hay remedio. Nosotras no tenemos talante de mártires, ni de “víctimas inocentes de la barbarie” y creemos poco eficaz el remedio de “las velas contra las balas” y como no van a poner a unos millones de policías en las calles, tan sólo queremos preguntar cómo nos vamos a defender.
Y que ningún tonto del culo nos diga que “llamemos a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado para interponer la oportuna denuncia, que detengan al asesino, le lean sus derechos y manden a buscar al intérprete y luego le incoen unas Diligencias Previas en nombre de los derechos y garantías del Estado de Derecho” Porque nosotras decimos: y una mierda para su boca.
Que cuando llega el criminal con el cuchillo o hace explotar el cinturón de bombas poco tiempo hay para llamar al coche-patrulla y que acudan los guardias. ¿Cómo nos vamos a defender y vamos a defender a nuestros hijos aquellas a quienes nunca nos enseñaron a defendernos? ¿No se daban cuenta aquellos que nos gobernaban que, mientras en este paraíso de los Derechos Humanos pintábamos palomas de la paz, en el otro extremo, se enardecían y se iban radicalizando y enfureciendo unos energúmenos ante los que estamos indefensos? ¿No lo percibían por más que nos quede la satisfacción moral de que, nosotros, los occidentales, somos muy buenos y ponemos velas y ellos, los del otro lado que se nos han colado como serpientes, son muy malos y vienen a matarnos con sus balas? ¿Quién nos va a enseñar a defendernos y qué ley nos va a amparar cuando nos defendamos? Eso es un país en el que, las leyes, malamente contemplan la legítima defensa. En los Estados Unidos si un ladrón entra en tu casa para hacer daño a tu familia y lo matas a tiros, te dan una medalla y sales desfilando en una carroza el 4 de julio. En España te meten en la cárcel, porque tan sólo te ampara el derecho a llamar al 091 y esperar a que llegue el coche patrulla y con suerte puede que no hayan matado a tu familia. Ni estamos en Estados Unidos, donde la ciudadanía se lanza, amparada por sus leyes y mucho menos en Israel donde, los adolescentes, entran en las Fuerzas de Defensa la magnífica Tzahal y en tres años se hacen guerreros y héroes. Todos los hijos de todas las madres se saben defender y antes que ellos, a sus madres, también se las ha enseñado a sobrevivir y antes que ellas a sus abuelas. Nosotras, las madres de España nos miramos las manos y miramos las noticias, nos miramos las manos y contemplamos las calles ensangrentadas por las masacres de los yihadistas y pensamos que mil veces Dios maldiga a aquellos que no nos permitieron aprender y nos encorsetaron con restricciones para hacer de nosotros “profesionales de la buena conciencia” eso sí, con las manos libres para encender muchas velas por nuestros hijos. ¿Saben que les digo? Que muchas no nos conformamos con hacer de nuestras ciudades guetos del miedo y no nos vamos a arrodillar ante las amenazas de los yihadistas ni de la puta madre que los parió a todos ellos juntos. Las leyes tendrán que cambiar para permitir que defendamos nuestras vidas y las de nuestras familias, porque estamos desamparados. Más solos que mandriles en un seminario. Nadie nos da directrices, no nos permiten tener armas ni quieren que aprendamos a usarlas y si llega el pirado de “la intifada de los cuchillos” mejor quedarse quietas y que la gente de los alrededores salga corriendo : no resistirse, vaya a ser que al yihadista se le dé un mal golpe y encima te pida una indemnización y salgan las oenegés a clamar por sus derechos. Esto es indigno. Es repugnante y nos envilece, el temor, la cobardía, el amedrantamiento, nos envilecen. Y “eso” no va a pasar.
Yihadistas: aquí estamos, pero matadnos antes de que os veamos las madres, porque os hemos de despedazar a bocados, puercos, venid a atacar a uno de los nuestros que todos nos lanzaremos a sacaros las tripas, caerán uno o veintiuno, pero el resto os arrancarán los pulmones para que, cuando llegue la policía los forenses tengan menos trabajo. No hacen falta más Policías ni más Guardias Civiles: las madres, las hijas y las abuelas seremos sus ojos y sus oídos, estaremos con ellos, les apoyaremos, ellos nos defenderán y nosotras les defenderemos, espiaremos y buscaremos, investigaremos y nuestros corazones irán de azul o con un tricornio tatuado. Vamos a buscaros yihadistas, calle por calle, barrio por barrio, haremos fotos con nuestros móviles, indagaremos las matrículas de vuestros coches. Ya no habrán madres ni hijas ni abuelas solo mujeres de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y os cazaremos. De uno en uno o en manada. Aquí en España no queremos encender velas. Aquí vais a recibir balas.
Quiero dedicar este artículo a la reportera Silvia Schnessel a la que permitieron mamar el valor. A Juan de la Torre de “Amistad España-Israel” y a todas las madres de todos los hijos e hijas soldados de las Fuerzas de Defensa de Israel. Am Israel Jai. De una madre española.