El candidato cándido

Una vez más, tanto los españoles como aquellos que ‘malviven’ (por imperativo legal o ‘equívocos’ varios) en el Estado español, serán testigos de una nueva campaña electoral que culminará el 20 de diciembre, jornada de votación que servirá para renovar 558 de los 616 escaños que conforman las Cortes Generales.

Ese día, los hasta ahora espectadores, lograrán el protagonismo al decantarse con su papeleta electoral por algunos de los sufridos candidatos, que exhaustos, contarán los minutos para saber si han logrado la confianza popular y con ella uno de los ansiados escaños desde el que defenderán los derechos de sus conciudadanos, sin importar el color político de estos: Todo por el bien común, el servicio a la comunidad.

Evidentemente no todos los llamados al escaño tendrán la oportunidad de alcanzar la mayor de las glorias posibles: La presidencia del Gobierno nacional. De entre un selecto grupo de servidores públicos saldrá el ungido para ocupar tan alta responsabilidad. Uno y sólo uno de los líderes guiará, con pulso firme, el devenir de España (si bien, algunos mal pensados creen, que no así el futuro de los españoles).

Sea como fuere, el otrora candidato que durante la campaña electoral ha hipotecado su honor en la defensa de todos sus compatriotas; el que no ha dudado ni un sólo momento en su firmeza de espíritu a la hora cumplir el programa electoral, saldrá del Congreso de los Diputados algún día, entre finales de enero o febrero próximos, en dirección al palacio de la Moncloa.

A ‘lomos’ de un flamante coche oficial y con una ‘discreta’ escolta, cruzará las calles de la Villa matritense, pluma en ristre y con algún que otro renglón torcido.

De esta manera tan sencilla arrancará un periodo lleno de ‘candidez’ y (des)ilusiones.