Venezuela fue un sueño

Venezuela fue un sueño. La capitana de la Patria Grande, faro de la Revolución Bolivariana y centinela del cambio para América Latina. Tierra que vio nacer a Bolívar, donde el continente despertaría para expulsar al imperialismo y devolver al pueblo tierra y la libertad. Un sueño que distaba demasiado la realidad y del que sus caudillos se negaban a despertar.

Mientras decenas de miles de venezolanos llegaban a Europa huyendo de miseria y tiranía, nosotros les enviamos lo peor de nuestras universidades. Un profesor con un parecido nada tranquilizador a Strelnikov o un joven doctorado en políticas que gritaba “Chávez vive, la lucha sigue” en un homenaje al Líder. Para ellos “Gloria al Bravo Pueblo” era el canto de una patria unida, mientras la Marcha Real era una pachanga fachosa. No les gustaba Dios , pero santificaban al mesiánico líder caído como si de un mártir se tratase, afanándose en gritar el lema de su segunda patria: ¡Dios y Federación! Siempre se mostraron en favor de retirar calles de militares o políticos que hicieron historia en España, pero nunca les importó que al otro lado del charco, barrios y urbanizaciones llevasen el nombre del Comandante, y se levantasen monumentos al Che como libertador mientras aquí llamaban genocida a Don Pelayo.

Comandante le llamaban, pues aunque fueran antimilitaristas y pacifistas nunca tuvieron problema en recordar los galones de Fidel o Hugo a pesar de los muertos en el armario. Patria o España eran términos que ardían en sus labios, pero que humedecían sus ojos al referirse a su República Bolivariana.

Ellos. Los que llamaban dictadura a la democracia, y libertad a la tiranía. Los que acechan aquí para repetir el terror.

Venezuela ha sido durante casi veinte años su sueño. Los que han dejado al país con más recursos naturales de América en bancarrota, donde se asesina a decenas de personas cada día, y se arrastra una inflación que se tardará lustros en corregir. Chávez murió hace poco más de dos años, pero hoy Venezuela comienza a enterrarlo con los votos y despierta con fuerza del sueño más oscuro de su historia. La pesadilla del mal absoluto.

Suerte y valor a nuestros hermanos hispanoamericanos. Y que Dios nos asista antes de cometer el mismo error que a ellos les indujo al desastre.