El negocio de un presidente

Hoy en España se dice que se “negocia” para hacer gobierno. Sin embargo lo que parece a la distancia, y para quienes son ajenos a un sistema electoral que no permite expresar de manera directa la intención del ciudadano, sino que termina sobreponiendo el cabildeo de factores, termina siendo la realidad: la presidencia de España no se negocia, es un negocio, lo que es distinto desde todo punto de vista.

Ganó PP, pero el resto de los factores unidos son más que el PP, el problema no es que esto sea así, sino que las condiciones obliguen a que las alianzas sean posteriores, de espaldas a la voluntad de los votantes en muchos casos. Esto de “hacer gobierno” no es más que un eufemismo, que poco dice de la intención del voto de manera directa.

No tengo ninguna duda de que no existe sistema electoral perfecto, pero algunos son una verdadera farsa. En el marco de esa escala, el sistema español se acerca cada día más a esta última categoría. Lo lamentable es que al final, en el juego político que fuerza el sistema, la gente de Podemos tenga que entrar en el mismo para poder seguir creciendo para poder terminar de persuadir al pueblo español sobre la necesidad de una constituyente que modifique todas estas fórmulas hechas para poder mantener el Status Quo de algunos que ya no aportan nada a la estabilidad y salud de los españoles.

Mientras tanto, España no tiene presidente, o tiene uno en prorroga forzada, en el marco de una coalición natural que haría desaparecer al bipartidismo de manera definitiva. La única manera de que el Status Quo predomine un tiempo más es que el PP y El PSOE acepten que son lo mismo, esa sería la mejor manera de seguir manteniendo su “negocio”.