El poder destructivo de la pornografía
No es la primera vez que Mark Salling tiene problemas con la justicia. Su ahora exnovia lo había denunciado por violencia sexual. Esta semana, el actor de la serie estadounidense Glee, fue detenido luego que se encontraron cientos de imágenes de pornografía infantil en su computadora.
No es la primera vez que Mark Salling tiene problemas con la justicia. Su ahora exnovia lo había denunciado por violencia sexual. Esta semana, el actor de la serie estadounidense Glee, fue detenido luego que se encontraron cientos de imágenes de pornografía infantil en su computadora.
¿Será Salling uno más de los “monstruos”, producto de los efectos de la sobrexposición a la pornografía durante la adolescencia?
En Estados Unidos, siete de cada diez estudiantes de secundaria se han expuesto accidentalmente a pornografía en internet. Según especialistas, en los próximos cinco a diez años este tipo de prácticas se habrán convertido en una epidemia.
La pornografía es como la heroína, captura las almas y puede destruir vidas. A la vez es muy difícil de tratar porque quienes sufren esta adicción no lo quieren reconocer. Ponen en riesgo a sus familias y sus trabajos.
En una entrevista antes de ser ejecutado, el asesino en serie de 31 mujeres declaró: “Con mi muerte protegen a la sociedad de mí, pero hay muchos más adictos a la pornografía y ustedes no están haciendo nada al respecto”.
Los psicoterapeutas lo advierten: no importa si es el presidente de una empresa o el mejor físico, matemático, abogado, un trabajador de construcción o un joven de 15 años. Todos por igual estarían en riesgo de una desviación sexual por el abuso de la pornografía. Esto provoca conflictos con la pareja, disminuye la capacidad de amar y de cierta forma deshumaniza la sexualidad.
El material de libros, revistas o videos que anteriormente era percibido como inmoral o repulsivo, actualmente es aceptado en cualquier parte con solo presionar un mouse.
En una sociedad donde cierto tipo de material pornográfico es legalmente difundido y la obscenidad no tiene límite, quienes decidan realizar este tipo de prácticas deben estar al tanto de las graves consecuencias, en especial los padres de familia. Los adolescentes no tienen idea ni entienden los riesgos a los que se exponen.