THE OBJECTIVE
Javi Dale

El efecto vacuna

Dentro de las explicaciones a los hechos producidos, en lo que se podría llamar intrahistoria o, en función de su verosimilitud, conspiranoia, suele darse un argumento plausible que se define como efecto vacuna. El efecto vacuna consiste en que un hecho, no necesariamente una tragedia, pudo haberse evitado, pero que la autoridad dejó hacer, dejó pasar, para que fracasara ¿Con qué objeto? Precisamente ese: que fracasara, y que el fracaso desenmascarara a los agentes participantes y creara un rechazo social necesario que beneficia a la autoridad.

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El efecto vacuna

Dentro de las explicaciones a los hechos producidos, en lo que se podría llamar intrahistoria o, en función de su verosimilitud, conspiranoia, suele darse un argumento plausible que se define como efecto vacuna. El efecto vacuna consiste en que un hecho, no necesariamente una tragedia, pudo haberse evitado, pero que la autoridad dejó hacer, dejó pasar, para que fracasara ¿Con qué objeto? Precisamente ese: que fracasara, y que el fracaso desenmascarara a los agentes participantes y creara un rechazo social necesario que beneficia a la autoridad.

El efecto vacuna, aunque implica una conspiración, no es necesariamente una conspiranoia. Las explicaciones que son, o suelen ser, falacias lógicas, se basan en una relación de causalidad falaz entre dos hechos. Dicho en latín, que es una lengua que siempre impresiona: ‘Post hoc ergo propter hoc’. Y se dejaron oír, por ejemplo, tras el 11-S: “Lo sabían, y dejaron que ocurriera”.

Pero por cada World Trade Center hay un ‘Maine’.

La victoria de Ted Cruz en el caucus republicano de Iowa ha sido un golpe bajo para la candidatura de Donald Trump. El que parecía el candidato republicano se ha encontrado con el rechazo en un estado que no es decisivo, pero sí define pautas. Trump es ahora el candidato derrotado, como Cruz es el victorioso y Marco Rubio el ascendente.

Y ahora puede parecer que a Trump, sencillamente, se la ha dado soga. Que desde el Partido Republicano se le ha dejado decir y hacer, poner sobre el tablero y radicalizar asuntos como la inmigración o la relación con el mundo árabe. Pero, tras Iowa, la radicalidad de Trump parece haber asustado a los propios republicanos.

Y ahora, por comparación, cualquier otro candidato tendrá será percibido como moderado. Aunque no lo sea. Simplemente porque no es Trump. Con lo cual cualquier candidatura podrá apostar por un programa radical sin parecerlo. Porque, se podrá argumentar, con Trump sería peor.

Donald Trump ha sacado toda su bilis y ha perdido. Pero el Partido Republicano sonríe. Así actúa el efecto vacuna.

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