El barco fantasma
Que la realidad siempre supera a la ficción, es algo que a estas alturas ya queda fuera de toda duda. Eso explica que el culebrón de nuestros políticos sea la serie más vista después del éxito de “Aquíno hay quien viva”, o que “Los Chicos de oro”, esos americanos de pelo canoso que se pegan bailoteos ante una masa enfervorecida con tal de conseguir sus votos, sea también líder de audiencia. Y cómo olvidar “Titanic”, esa película ñoña que fue un taquillazo de los 90 que no sólo congeló a su protagonista, sino que casi lo hunde en la vida real. Leonardo DiCaprio pudo sobrevivir a ese naufragio, consiguiendo al fin el Oscar que se le resistió durante dos décadas.
Que la realidad siempre supera a la ficción, es algo que a estas alturas ya queda fuera de toda duda. Eso explica que el culebrón de nuestros políticos sea la serie más vista después del éxito de “Aquíno hay quien viva”, o que “Los Chicos de oro”, esos americanos de pelo canoso que se pegan bailoteos ante una masa enfervorecida con tal de conseguir sus votos, sea también líder de audiencia. Y cómo olvidar “Titanic”, esa película ñoña que fue un taquillazo de los 90 que no sólo congeló a su protagonista, sino que casi lo hunde en la vida real. Leonardo DiCaprio pudo sobrevivir a ese naufragio, consiguiendo al fin el Oscar que se le resistió durante dos décadas.
El naufragio del Titanic fue una de las noticias más mediáticas de la época, que causó un fuerte impacto en el subconsciente colectivo de varias generaciones. Las historias de barcos siempre nos han fascinado; desde los fenicios, pasando por los piratas, el Triángulo de las Bermudas y toda la literatura creada alrededor, como la novela sobre el buen Robinson Crusoe. Es un tema este, el de los barcos hundidos, que guarda una especie de aura romántica y misteriosa. Para nada sucede lo mismo con los aviones, que siempre llevan motivos truculentos detrás.
Así que, al contemplar la foto de esta momia hallada en un yate en las costas de Filipinas, uno no puede por menos que fantasear con la historia que le acompaña sin importarle demasiado si se acerca o no a la realidad. Manfred Fritz Bajorat, un alemán que podría también ser el personaje de una película de Fritz Lang, decidió apostar hace veinte años por el tipo de vida que a él le gustaba: navegar por el mundo. En compañía de su esposa Claudia, se embarcaron juntos en este viaje que fue su vida sobre el mar, hasta que en 2008 se separaron. A ella la mató un cáncer tan sólo dos años después.
Manfred siguió fiel a su sueño hasta el final, un final que le sobrevino bordeando la frontera de los sesenta años, navegando en aguas del Pacífico. Minutos antes, había enviado el que sería su último mensaje: «Treinta años juntos en el mismo camino. Luego el poder de los demonios fue más fuerte que la voluntad de vivir». Su pista se perdió hace un año, hasta que esta semana su yate apareció a la deriva bordeando la costa de Filipinas y unos pescadores entraron en su barco. Fuera, los turistas, bañistas y las mujeres en bikini que estaban disfrutando un día de playa, se alarmaron al escuchar la palabra “momia”.
DEP, querido Manfred.