A vueltas con el peligro amarillo
Hace más de un siglo, los europeos pensantes se sintieron abrumados por “el peligro amarillo”, la inminente invasión de China sobre el mundo occidental. La cosa no pasó de una moda chinesca en el arte. Vuelve hoy la mula al trigo, ciertamente con más argumentos.
Hace más de un siglo, los europeos pensantes se sintieron abrumados por “el peligro amarillo”, la inminente invasión de China sobre el mundo occidental. La cosa no pasó de una moda chinesca en el arte. Vuelve hoy la mula al trigo, ciertamente con más argumentos.
El principal temor respecto a la hegemonía mundial de China es su inmensa capacidad económica, gracias al ahorro forzoso que implanta un sistema totalitario. Le ha ayudado también la gran tradición comercial de los chinos. El Imperio del Sol Naciente se ha convertido en la fábrica del mundo. Una consecuencia no deseada es que acumula más contaminación que ningún otro país.
Mi opinión es que no va a durar mucho tiempo la hegemonía china. Ni siquiera se ha extendido al arte, la cultura, las comunicaciones, el diseño, la ciencia; es decir, a los aspectos menos materiales de la Economía. Lo impide precisamente la permanencia prepóstera de un régimen totalitario. A pesar del cual, China sigue siendo un país poco unificado. El idioma escrito solo lo entienden las clases letradas, pues oralmente difiere de una región a otra más que el alemán del español.
Lo verdaderamente dinámico es el conjunto de pequeños países que rodean a China por el Sur, desde la India a Formosa. En todos ellos circula el inglés como lingua franca para los negocios y la vida cultural. En China no ha ocurrido nada parecido.
Va a ser inminente una desmembración de China con la caída del régimen comunista. Se acompañará de una pavorosa crisis económica, que ya se advierte. El país necesita incorporar el inglés para sus clases letradas, como han hecho Japón o la India, sus verdaderos competidores. Sería muy positivo para los chinos que se expandiera más el alfabeto latino.