Atascados en nuestro propio fango
La ONU ha advertido a “Europa” de que la operación que ha acordado con Turquía para la expulsión de inmigrantes ilegales vía Estambul viola la Convención Europea de Derechos Humanos, así que ojito con lo que hacen, etc.
La ONU ha advertido a “Europa” de que la operación que ha acordado con Turquía para la expulsión de inmigrantes ilegales vía Estambul viola la Convención Europea de Derechos Humanos, así que ojito con lo que hacen, etc.
Los países europeos están siendo víctimas de su propia ideología viscosa, que es lo único que ahora exportan, y están comprobando de la peor de las maneras la abierta contradicción entre su ideología humanística y la realidad, es decir, entre la ética y la política. Ya no es sólo una cuestión de puro cálculo económico, del tipo ¿cuántos refugiados somos capaces de acoger sin que colapse el sistema?, sino que la propia naturaleza y origen de estos refugiados pone en peligro la propia seguridad ciudadana y nacional de los países de acogida, como se ha visto durante estos últimos meses.
Ni siquiera el Vaticano, que suele estar nutrido de gente prudente, ha salido a poner un poco de sentido común en este guirigay; más bien todo lo contrario, pues el actual Papa vive literalmente en las nubes, en vez de en la tierra, como es su obligación.
Pero esto no es ya sólo un problema ideológico sino también el resultado de una desastrosa estrategia geopolítica en Oriente Medio y el norte de África, que también se nos vendió con ese envoltorio de la democracia y los Derechos Humanos. ¿No querías democracia? Pues toma yihadismo sin ataduras.
Y no es que Occidente “crease” al Estado Islámico, pues como demuestra el filósofo José Manuel Rodríguez Pardo, el estado islámico nace ya con Mahoma y su idea llega hasta el presente; sino que por una desacertada política geoestratégica y una ideología completamente errónea, la idea del EI se ha rematerializado y se vuelve contra nosotros.
Ahora la Europa que denigró a España con la Leyenda Negra, pero que se libró del Islam gracias precisamente a esa España, ya no puede contar con nosotros para fijar a las tropas islámicas más acá de los Pirineos. El tiempo se acaba.