Merkel: quien siembra vientos recoge tempestades
Para muchos, antes que nada, Angela Merkel es una doctora en Ciencias de brillante formación académica e intelectual y ha sido una gran estadista. Pero…le pudieron el histrionismo y el redentorismo compulsivo a la hora de “invitar” a Europa a todos los asilados, refugiados e inmigrantes que puedan producir esos inmensos Estados fallidos que son una gran parte de los países árabes. Fallidos por culpa de ellos que no por culpa de Occidente en general ni de Europa en particular. Estados fracasados que fluctúan entre feroces dictaduras, feroces dictaduras teocráticas y monarquías de cristal de Svarowski. ¿Y qué culpa tiene Europa de su incapacidad de gobernarse, de sus derivas extremistas y de sus sempiternos conflictos internos? ¿Qué culpa tienen Francia, Dinamarca o yendo más lejos, el Estado de Illinois de que en Iran las condenas a la pena capital sean la tónica y de que en Arabia Saudí está prohibido que las mujeres conduzcan un vehículo? La verdad es que ninguna.
Para muchos, antes que nada, Angela Merkel es una doctora en Ciencias de brillante formación académica e intelectual y ha sido una gran estadista. Pero…le pudieron el histrionismo y el redentorismo compulsivo a la hora de “invitar” a Europa a todos los asilados, refugiados e inmigrantes que puedan producir esos inmensos Estados fallidos que son una gran parte de los países árabes. Fallidos por culpa de ellos que no por culpa de Occidente en general ni de Europa en particular. Estados fracasados que fluctúan entre feroces dictaduras, feroces dictaduras teocráticas y monarquías de cristal de Svarowski. ¿Y qué culpa tiene Europa de su incapacidad de gobernarse, de sus derivas extremistas y de sus sempiternos conflictos internos? ¿Qué culpa tienen Francia, Dinamarca o yendo más lejos, el Estado de Illinois de que en Iran las condenas a la pena capital sean la tónica y de que en Arabia Saudí está prohibido que las mujeres conduzcan un vehículo? La verdad es que ninguna.
Pero la canciller alemana se “sintió llamada” a redimir el mundo y a ser “la gran garante de la caridad y de los Derechos Humanos”. A costa, lógicamente de esos millones de euros que, ni Merkel ni ningún mandatario europeo fabrican por la noche en sus despachos dándole a la manivela de imprimir billetes, sino que van empapados del sudor de la frente de la Europa que madruga. Y esos madrugadores están hartos y hastiados de “subvencionar”, de que se incremente la inseguridad, de recibir a individuos cuyos antecedentes y procedencia se ignoran y de importar problemas y guerras que no son las nuestras y que no queremos que hereden nuestros hijos. La Yihad no es nuestra guerra, ni nos importa, ni nadie puede obligarnos a tener que asumir sus riesgos ni sus horrores. No queremos, sencillamente es así.
Cierto es que los papafrita de la ONU se rasgan las vestiduras ante el cierre de fronteras con un ardor que deberían emplear en obligar bajo apercibimiento de sanciones, a todos los ricos países árabes a asilar a sus hermanos refugiados. Pero la ONU no se atreve más que a exigir a las democracias occidentales, porque para exigir a los árabes y amenazarlos hay que tener muchos cojones (piensan ellos que no el resto). Ya lo advertí y ya lo intuimos muchos que tenemos plena conciencia de que la ciudadanía tiene un límite. Y cuando se sobrepasa se van a votar a Marine le Pen o a la líder de Alternativa por Alemania Frauke Petry y a nuevas sorpresas que esperan en cada rincón de la Europa de los funcionarios con despachos enmoquetados que no tienen que convivir en sus barrios en medio de la inseguridad y con una desprotección absoluta. ¿Desprotección? Sólo decir que en la Nochevieja de Colonia cuando cientos de mujeres fueron asaltadas por árabes nos enteramos en España antes que en Alemania porque, sólo después de cuatro días de denuncias y con las jodidas redes protestando, se supo allí lo que había pasado. Apagón informativo. Ya lo advertimos: ¿Asilados? Ancianos mujeres y niños y que si quieren estar en Europa que financien los Emiratos con los petrodólares. Pero no. Por más que en los informativos utilicen las escenas con niños, una inmensa mayoría son hombres jóvenes y llamados a filas en sus países. Tíos que no quieren luchar por defender sus derechos y libertades y las de los suyos y desertan de los ejércitos. La frase en la frontera Suiza es “¡Váyase a su país a luchar, usted es joven y fuerte!” En España no sabemos lo que se dice porque si hay que atender a Margallo, este ministro hace un Séneca a Moratinos. Otro error garrafal de percepción del gobierno de Rajoy tipo Ana Mato para Sanidad “que es muy amiga”.
Pero el caso es que la joven Frauke Perry con su dialéctica sencilla que se limita a reflejar el sentimiento de los ciudadanos que están hartos, le ha proporcionado a Merkel un durísimo varapalo. Y, por supuesto, tanto Frauke Perry como todos aquellos partidos que se oponen a la islamización de Europa son “ultraderecha”. Cómodo calificativo que podría aplicarse a muchos países árabes donde impera la sharia y se oponen ferozmente a la cristianización de sus enclaves. Se oponen a la cristianización y a la judeización así que todos ellos, empezando por Arabia Saudí y acabando por Irán son de “ultraderecha”. Pues vale, se ve que hay muchos ultraderechistas pululando y a todos hay que respetar siempre que no ahorquen a la gente, impongan latigazos, lapiden, ejecuten, practiquen la pedofilia casándose con niñas y condenen a las mujeres a vidas miserables en la tierra a cambio de un maravilloso más allá del que nadie ha regresado para contar si es tan maravilloso o es regular de maravilloso.
¿Entienden el mensaje? Agravio comparativo en estado puro. Si un europeo se opone a la islamización es de “ultraderecha” y un paria social. Si un árabe quiere aplicar su sharia “es que ellos son así y hay que ser tolerantes”. Tolerantes con lo intolerable de la mano de una izquierda radical que está desnortada y que hoy nos ha hecho desayunar con la noticia de que la UDEF ha denunciado ante el Supremo que Irán, que no es de ultraderecha sino el paraíso de las libertades, financia a Podemos. Demasiados intereses subyacentes, demasiados oscuros secretos y una especie de trauma hipócrita que hace que ser tachado de “xenófobo” te haga coquetear con el ilícito penal y ser objeto de repulsa. Agravio comparativo porque es difícil encontrar a alguien que sea más xenófobo que el árabe hacia el cristiano y el judío, pero la explicación es que “ellos son así”. El mamarracho del concejal de Madrid bromeaba sobre como meter a seis millones de judíos en un seiscientos ¡En el cenicero! Pero eso no es odio, ni antisemitismo, no racismo, ni xenofobia, si el chiste hubiera sido al revés y no publicitado por un espécimen de la izquierda radical el tipo hubiera acabado en la cárcel por odio, xenofobia, islamofobia, racismo ¡y además con publicidad! Más malo no se puede ser.
El caso es que Merkel sembró vientos y recogió tempestades. El caso es que muchos están agotados de vivir con miedo. ¿Si alguien me odia le puedo denunciar? ¿Qué dicen que si soy imbécil? Pero el odio es delictivo según nuestros biempensantes legisladores que, por castigar, castigan hasta sentimientos íntimos que pertenecen a la esfera individual de cada uno. El caso es que muchos están hastiados de vivir con restricciones, de poder ser duramente castigados si se sale del rebaño y dice “¡No me conformo!” y expresa su opinión, lo que él piensa y siente. La censura autoimpuesta es muy triste. A mí no me gusta vivir así. ¿Les gusta a ustedes?. Vivir así es garantía de infelicidad.