Uber y las puertas del campo
Recapitulemos. Uber no podía operar en España porque la Asociación Madrileña del Taxi interpuso una demanda en el Juzgado de lo Mercantil, en base a que “La Ley de Ordenación de Transportes exige la obligatoriedad de tener licencia o autorización de transporte para contratar y facturar”. Esta misma semana vuelve a ser legal, bajo el nombre de UberX y con la exigencia de que el servicio lo presten conductores profesionales con licencia VTC. Todo en orden; supongo.
Recapitulemos[contexto id=»383900″]. Uber no podía operar en España porque la Asociación Madrileña del Taxi interpuso una demanda en el Juzgado de lo Mercantil, en base a que “La Ley de Ordenación de Transportes exige la obligatoriedad de tener licencia o autorización de transporte para contratar y facturar”. Esta misma semana vuelve a ser legal, bajo el nombre de UberX y con la exigencia de que el servicio lo presten conductores profesionales con licencia VTC. Todo en orden; supongo.
El gremio del taxi ha insultado, demandado y hasta agredido (hay un video por ahí) al colectivo Uber, pero en realidad no es una patada en los cojones de la empresa californiana: es una patada en los cojones del futuro. Es poner puertas al campo. Es escupir contra el viento y lo dice un cliente fiel (y resignado) de un gremio, el de los taxis, que me ha regalado más tristezas que alegrías a lo largo de ya demasiados años. Un gremio que me gustaría se preguntase el porqué de esta insatisfacción en vez de perder el tiempo con tanta demanda y tanto pataleo estéril. Hasta entonces, seguiré pasando por caja sin rechistar (feliz, además) por Spotify, Dropbox, Cabify, PS Plus, Netflix o Filmin, y arqueando un ceja cada vez que mi brazo se alza sobre el cielo de la Castellana.