La derrota militar de la yihad

Me siento en desacuerdo con la idea de que las ideologías destructivas no puedan derrotarse militarmente. No me impresiona que tal idea la sostengan periodistas de prestigio. Me atengo a los hechos. La ideología nazi, aliada con la ideología expansionista japonesa, fueron aniquiladas por las armas de los países democráticos aliados. Es más, a través de tal gigantesco castigo se consiguió que Alemania y Japón se convirtieran en democracias modélicas.

La guerra es la última ratio después de probadas todas las demás opciones negociadoras o de presión. Los militares son los primeros en saber una cosa así y en organizarse para que las guerras duren lo menos posible.

Pues bien, la ideología del yihadismo o como se llame solo podrá ser eliminada con una acción militar de los aliados democráticos. Otra cosa es que erróneamente se emplee la táctica de la II Guerra Mundial, apoyada en grandes ejércitos e intensos bombardeos. El “islam” significa “sumisión” y, por tanto, sus fanáticos militantes no pararán hasta acabar con todos los “infieles”. Es una pretensión tan irracional y dañina como el expansionismo japonés o nazi de los años 30 del pasado siglo.

El problema es de tal magnitud que exige la transformación radical de las tácticas bélicas. Los yihadistas cuentan con un arma definitiva, el terrorista suicida. Por cierto, lo inventó Japón en los últimos momentos de la II Guerra Mundial. Es un arma que jamás empleará la conciencia de las democracias occidentales. Es demasiado intensa la concepción de la dignidad de la persona humana. Luego habrá que inclinarse por otro tipo de acciones. La principal es la llamada “inteligencia” en el sentido militar. Ahora se puede desarrollar al máximo gracias a los progresos tecnológicos. Pero al final habrá que recurrir a la vieja infantería.