THE OBJECTIVE
Cristian Campos

Sí se puede (ser más desagradable)

Fiel a su eterna condición de perdedora, Barcelona llevaba décadas siendo derrotada por París en la batalla por el trofeo a la ciudad más antipática del planeta Tierra. Ganarle a desagrado a un parisino no es tarea fácil, pero nadie negará el empeño con el que los barceloneses intentan día a día jorobarle la vida al prójimo por medio de los procedimientos más variados. Principalmente la queja machacona por todo, pero también la mansedumbre con la que se aplaude a los que revientan la ciudad y la maestría con la que se centrifuga a coces a todos aquellos, turistas básicamente, que intentan obviar esa mala leche para centrarse en los evidentes atractivos de Barcelona. Que son todos aquellos que no dependen directamente de los barceloneses: el clima, el mar, el alcohol barato y la alegría vitalista de los charnegos.

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Sí se puede (ser más desagradable)

Fiel a su eterna condición de perdedora, Barcelona llevaba décadas siendo derrotada por París en la batalla por el trofeo a la ciudad más antipática del planeta Tierra. Ganarle a desagrado a un parisino no es tarea fácil, pero nadie negará el empeño con el que los barceloneses intentan día a día jorobarle la vida al prójimo por medio de los procedimientos más variados. Principalmente la queja machacona por todo, pero también la mansedumbre con la que se aplaude a los que revientan la ciudad y la maestría con la que se centrifuga a coces a todos aquellos, turistas básicamente, que intentan obviar esa mala leche para centrarse en los evidentes atractivos de Barcelona. Que son todos aquellos que no dependen directamente de los barceloneses: el clima, el mar, el alcohol barato y la alegría vitalista de los charnegos.

A esta mala imitación del parisino amargado los catalanes le llamamos el català emprenyat. Léase el catalán cabreado. El català emprenyat es un jubilado prematuro cuya obsesión por la escatología y la sección del tiempo del telediario de TV3 es directamente proporcional a su incapacidad para generar tramas de afectos a su alrededor que vayan más allá de la superficialidad más absoluta. Es esa parte de la burguesía barcelonesa formada por tenderos de medio pelo, publicistas toxicómanos rijosos, rentistas maleducados con ínfulas intelectualoides y vendemotos con cátedra en alguna universidad pequeña y patrocinio de alguna marca deportiva. Hay incluso algún programa de televisión local donde han logrado reunirlos a todos en el mismo plató. Todo esto lo puedo decir yo, que soy medio catalán, pero no ustedes, del mismo modo que sólo un negro puede llamarle nigga a otro negro.

Este año llegarán a España setenta y dos millones de turistas. Aproximadamente ocho o nueve millones de ellos serán recibidos a patadas en Barcelona. Incluso con carteles de Tourists go home, tan cálidos ellos. De ello se encargará Ada Colau, la sublimación más perfecta posible del català emprenyat. La alcaldesa más perfectamente barcelonesa que jamás haya tenido la ciudad.

Qué tristeza de barceloneses, esos seres autodestructivos, tristes y solitarios. Al menos desde el año pasado tienen la satisfacción de haber rebasado a París por la izquierda.

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