Volar con el sol, al revés que Ícaro
El 20 de mayo de 1927, el aviador norteamericano cruzó el Atlántico volando solo en una avioneta, el Spirit of Saint Louis. Su vuelo de Nueva York a París fue un hito mundial. Lindberg cubrió los 5.800 kilómetros entre dos capitales en 33 horas y 34 minutos y se convirtió en héroe al instante, en uno de los rostros más reconocidos por los lectores de diarios de todo el mundo. Cuando a finales de ese año la revista Time empezó con su costumbre, todavía vigente, de adornar una portada de diciembre con el Hombre del Año, los editores no tuvieron dudas sobre quién sería el primero. Fue Charles Lindberg.
El 20 de mayo de 1927, el aviador norteamericano cruzó el Atlántico volando solo en una avioneta, el Spirit of Saint Louis. Su vuelo de Nueva York a París fue un hito mundial. Lindberg cubrió los 5.800 kilómetros entre dos capitales en 33 horas y 34 minutos y se convirtió en héroe al instante, en uno de los rostros más reconocidos por los lectores de diarios de todo el mundo. Cuando a finales de ese año la revista Time empezó con su costumbre, todavía vigente, de adornar una portada de diciembre con el Hombre del Año, los editores no tuvieron dudas sobre quién sería el primero. Fue Charles Lindberg.
Ese tipo de hazañas nunca han dejado de asombrarnos. Pero ahora han cambiado. Son otras las proezas, son otros los héroes.
El nombre de Bernard Piccard no se hará famoso como Lindberg: él es el piloto que este jueves unió Nueva York con Sevilla en 20 horas a bordo del Solar Impulse II, un pequeño monoplaza propulsado exclusivamente con energía solar. No es el navegante, es la tecnología lo que quedará en la memoria. Al terminar su vuelo, Piccardo declaró: “El futuro es limpio y es ahora. Tenemos que dejar atrás la contaminación”.
El cable de la agencia Reuters consigna que su aeronave, fabricada con fibra de carbono y con un peso de 2.300 kilos (equivalentes a un coche familiar en vacío), cuenta con 17.248 células solares desplegadas sobre sus alas y las cuatro baterías que almacenan la energía solar propulsan las hélices únicamente con energía limpia.”
La avioneta acumula la energía del sol durante el día para volar con autonomía durante la noche. Como se explica en la web del proyecto (www.solarimpulse.com) al usar energía solar, la aeronave puede volar indefinidamente sin repostar. Este vuelo (que llega a Sevilla como homenaje a la apuesta española por las energías limpias) ha sido noticia esta semana porque no ha usado combustibles fósiles para cruzar el Atlántico. El sol es el amigo, el aliado contra el cambio climático.
Esta historia me ha llevado a pensar en un mito mucho más antiguo que el de Charles Lindberg, el aviador solitario. Es el antiguo mito griego de Ícaro, el atrevido viajero que construyó alas de cera para volar pero se acercó demasiado al sol y cayó víctima de su soberbia, su curiosidad o su temeridad.
Como todos los mitos, el de Ícaro se ha usado para adosarle muchas moralejas. Piccard y el otro piloto del proyecto, André Borschberg, son el anti-Ícaro: el sol los empuja hacia adelante, les ayuda a completar su misión.
El sol y la tecnología que aprovecha sus rayos, que no tienen coste ni precio, ese el aliado en este mito de hoy. Hace avanzar el progreso y permite ederrotar, al menos simbólica, poéticamente, a los gigantes del petróleo.