Los tontos inútiles
Los ciudadanos de las democracias liberales occidentales (los dos adjetivos son redundantes) sufrimos los atentados por partida doble. La primera vez, cuando el terrorista dispara, o activa el detonador, o atropella. Y la segunda, cuando la izquierda europea se lanza con los cadáveres aún calientes a meterle la mano en la bragueta al terrorista a la búsqueda de sus motivos para matar.
Los ciudadanos de las democracias liberales occidentales (los dos adjetivos son redundantes) sufrimos los atentados por partida doble. La primera vez, cuando el terrorista dispara, o activa el detonador, o atropella. Y la segunda, cuando la izquierda europea se lanza con los cadáveres aún calientes a meterle la mano en la bragueta al terrorista a la búsqueda de sus motivos para matar.
Me extraña que no desistan de hacerlo cuando comprueban una y otra vez que esos motivos son minúsculos, cuando no inexistentes, y no rotundos y hermosos como ellos se los imaginan en sus fantasías criminales. Es aquello del “condeno pero…”. Cada vez que alguien en la izquierda europea más acomodada balbucea un “pero” el Daesh contesta “Allahu Akbar” y encuentra, esta vez sí, motivos para matar una vez más. Y ese es todo el bagaje intelectual de la izquierda verdaderamente existente ahora que la historia y la realidad han reducido a escombros sus políticas económicas y sociales. Es la izquierda que en los años 70 no-justificaba-pero-pedía-entender los motivos de los crímenes de la Baader-Meinhof. La que en los años 80 lo hacía con los de ETA. La que ahora lo hace con los del DAESH. Y la que lo ha hecho toda la vida con los del terrorismo palestino. Esa izquierda que corrompe todas las causas nobles que toca al pasarlas por el filtro de su ideología nacida muerta. La que ha convertido el feminismo en hembrismo, el ecologismo en animalismo, el escepticismo racionalista en magufería y conspiracionismo. Su propia ideología en un meme de red social adolescente.
Es la misma izquierda que se ofende cuando se le recuerda su connivencia con la extrema derecha islamista. Ellos, que se creen ateos porque han dejado de creer en Dios para pasar a creérselo todo. Los que no entienden que lo que liga a la izquierda con el totalitarismo islámico no es en ningún caso el materialismo sino el redentorismo y el comunitarismo, es decir su fe en una abstracción (Dios o la igualdad o el pueblo) que se sitúa por encima del individuo y frente a la que este debe arrodillarse. Y por supuesto aquello de “los enemigos de mis enemigos son mis amigos aunque no sean muy presentables”.
Todos los fascismos han necesitado históricamente a unos cuantos miles de estos minions del pensamiento. De estos plusmarquistas de la cobardía y la sumisión frente al cacique asesino de turno. El islamismo no iba a ser una excepción. ¡Será por tontos inútiles!