La nueva Europa
En la foto de la nueva, o la nueva-vieja, Unión Europea, aparecen Hollande, Merkel y Renzi con un islote de la costa napolitana al fondo. El escenario es lo único un poco glamouroso de la foto, aunque deja de serlo en cuanto sabemos que está hecha a bordo de un portaviones. No sólo falta glamour. También está ausente el representante del Reino Unido. Y falta otro país, la cuarta economía de la Unión Europea y en el momento actual, la más dinámica y la que más voluntad y capacidad de superar la crisis ha demostrado. Es España.
En la foto de la nueva, o la nueva-vieja, Unión Europea, aparecen Hollande, Merkel y Renzi con un islote de la costa napolitana al fondo. El escenario es lo único un poco glamouroso de la foto, aunque deja de serlo en cuanto sabemos que está hecha a bordo de un portaviones. No sólo falta glamour. También está ausente el representante del Reino Unido. Y falta otro país, la cuarta economía de la Unión Europea y en el momento actual, la más dinámica y la que más voluntad y capacidad de superar la crisis ha demostrado. Es España.
Habrá quien diga que la Unión se enfrenta a la peor crisis de su historia: tras la salida del Reino Unido, la dificultad para crecer -con un paro juvenil galopante y un Estado de bienestar agobiante- más los refugiados, el terrorismo islámico y la sensación de falta de representación de las instituciones.
Todo esto puede ser cierto, pero también lo es que el Brexit ha abierto un boquete serio en el nacional populismo europeo, un boquete por el que se podrían colar unas políticas que tendieran, como han dicho los tres dirigentes reunidos en Nápoles, a “aclarar qué Europa queremos”.
El crecimiento es lo fundamental, y ahí los alemanes, después de lo ocurrido con los refugiados y el Reino Unido, no van a impulsar la integración financiera, como se les ha pedido tantas veces. La tarea recae en los Estados nacionales, que van a tener que hacer sus deberes en cuanto al déficit y la deuda. No hay 27 formas de crecer. Hay una, la que impulsa el capitalismo y el respeto a la ley y las instituciones. También es verdad que las reformas necesarias son de índole nacional. En el trasfondo, está la cuestión de la identidad, la identidad nacional y la europea, que habrá que afrontar al mismo tiempo, porque la identidad de la Unión debe ser respetuosa de las identidades nacionales, y estas, a su vez, no se entienden ni se entienden a sí mismas sin el fondo común europeo.
España está llamada a cumplir un papel de primera fila ante estos desafíos. Su ausencia en la foto de la “nueva Europa” no debería indicar abstención y la reforma de la Unión Europea requiere la presencia de nuestro país, que debería salir de una vez de las discusiones sobre “imputados” y “aforamientos”. Bien es verdad que en una escena que parece un anti trío de las Azores, Rajoy estaría un poco de más. Ahora bien, estar sin estar no quiere decir que se deje de estar. Rajoy, tan alejado de cualquier glamour –gracias a Dios- sin duda conocerá estos matices.