MyTO

De MacGyver a Trump

Escribe el maestro Ellroy en el prólogo de América: “El país nunca fue inocente. Los norteamericanos perdimos la virginidad en el barco que nos traía y desde entonces hemos mirado atrás sin lamentaciones. Pero no se puede atribuir nuestra pérdida de la virtud a ningún suceso o serie de circunstancias en concreto. No se puede perder lo que no se ha tenido nunca”.

Opinión
  • Badalona, 1976. Licenciado en Periodismo y Filología Hispánica. Ha trabajado en radio, medios escritos y agencias de comunicación. Ejerció la crítica cinematográfica en la revista especializada Dirigido Por durante más de una década y ha participado en varios volúmenes colectivos sobre cine. Ha publicado en El Mundo, La Vanguardia, Letras Libres, Revista de Libros, Factual, entre otros medios. Es autor de los libros Amores cinéfagos (Jot Down Books, 2023) y Viajando con ciutadans (Editorial Tentadero 2007/Editorial Triacastela 2015).

Escribe el maestro Ellroy en el prólogo de América: “El país nunca fue inocente. Los norteamericanos perdimos la virginidad en el barco que nos traía y desde entonces hemos mirado atrás sin lamentaciones. Pero no se puede atribuir nuestra pérdida de la virtud a ningún suceso o serie de circunstancias en concreto. No se puede perder lo que no se ha tenido nunca”.

En el caso español diría que más que inocencia se trata de jeta. De pícaros cínicos e indecentes. Escuchemos a Pablo Iglesias en el congreso de los diputados: su discurso se fundamenta en una serie ochentera. Y además muy mala. MacGyver. Si eras un chaval relativamente despierto (más o menos Iglesias y servidor somos de la misma quinta), esa tontería de un tipo que se pasaba la vida montando explosivos con un chicle no superaba los mínimos de la clásica suspensión de la incredulidad. A él le gusta, demostrando que su estética está a la altura del sótano mugriento de su ética. En algo, pese a todo, hemos avanzado. Los nuevos comunistas prefieren MacGyver al tostón leninista del ¿Qué hacer? Yo lo leí a los dieciséis años. No entendí nada más allá del rencor homicida agazapado en la prosa. Me convertí en socialdemócrata de golpe.

Nueva muestra del jetimo hispánico. Joan Tardà. Ese señor que confunde a Johnny Cash con Mussolini se atreve a hablar de pueblos oprimidos y se llena la panza de democracia. Un tuit suyo para que se hagan una idea del pensamiento de este individuo, heredero del patriota y frecuentador de alcantarillas Josep Dencàs:

“90 aniversario de Fidel Castro. Errores y aciertos pero siempre digno. Buen día para escuchar a Carlos Puebla “Y en eso llegó Fidel”.

Siempre digno, Tardà. También cuando califica a Otegi de demócrata y hombre de paz. En fin.

Otro para nota. El historiador Oriol Junqueras. Reivindica la figura del torturador Miquel Badia.

El segundo de a bordo de la alcaldesa de Barcelona, Jaume Asens, nuestro Jacques Vergès de l’ou com balla, escribe a propósito de un asesino amparado por el estado:

“1794. Muere Robespierre en la guillotina. Uno de los primeros en exigir sufragio universal, igualdad y fin esclavitud”

Y así hasta la saciedad indigerible.

Pero, bueno, asistiendo a las tonterías que suelta el candidato republicano a presidir el país que garantiza los principios democráticos en occidente y las buenas series, podemos afirmar con el filósofo epicureísta:

Al loro, ¡que no estamos tan mal!