MyTO

¡Viva Panamá!

El periodismo es un simulacro por el que individuos que lo ignoramos todo del Banco Mundial hablamos de la inconveniencia de que José Manuel Soria se siente en el consejo del Banco Mundial. Nos basta el eco luciferino del binomio ‘banco’ + ‘mundial’ (a buen seguro, hum, un cónclave para la perpetuación de las desigualdades) y la sospecha de que Soria no sólo es un ladrón, sino un ladrón de derechas. Así, a base de prejuicios y supercherías, se escribe la actualidad, o acaso se la somete.

Opinión
  • Me fogueé en la revista El Ciervo a principios de los noventa y, tras un largo periodo dedicado a la edición en sus múltiples facetas, fundé una editorial, Tentadero, que fracasó por todo lo alto, dejando tras de sí cuatro obras hoy inencontrables, entre las que destaca Ebro/Orbe, de Arcadi Espada. Retomé el periodismo como redactor jefe del periódico Factual, semillero de modernidad que no resistió la crisis de 2009. Soy autor del dietario ‘Libre directo’ y, con Iñaki Ellakuria, de ‘Alternativa naranja’, crónica de la génesis y ascenso de Cs. Desde 2020 vivo en Madrid, terra d’acollida.

El periodismo es un simulacro por el que individuos que lo ignoramos todo del Banco Mundial hablamos de la inconveniencia de que José Manuel Soria se siente en el consejo del Banco Mundial. Nos basta el eco luciferino del binomio ‘banco’ + ‘mundial’ (a buen seguro, hum, un cónclave para la perpetuación de las desigualdades) y la sospecha de que Soria no sólo es un ladrón, sino un ladrón de derechas. Así, a base de prejuicios y supercherías, se escribe la actualidad, o acaso se la somete.

Anoche, en 13TV, intervino Manuel Conthe, ex presidente de la CNMV, y que el domingo había publicado en Expansión un esclarecedor artículo en defensa del nombramiento de Soria. El caso es que en la tertulia salieron a colación los llamados ‘Papeles de Panamá’, y hoy, al enterarme de la nominación de Almodóvar a los Oscar (ese Banco Mundial de cineastas) he temido que el pueblo se levantara en armas para que, en lugar de Almodóvar (¡y el entrañable Tinín!), España enviara a los Oscar cualquier grosería. 

Verán, hay una escena de Julieta en que Adriana Ugarte y Daniel Grao follan por todo lo alto en un coche cama, ella encima de él. La imagen muestra el reflejo en la ventanilla de Adriana, hecha una mueca de perdición, y a nadie escapa que lleva bragas, unas deliciosas bragas negras de cuello alto. Y yo, como cualquier espectador decente, no pude sino apartar la braguita (un poco, sólo un poco). Y claro, temí que el artista que me había dado la oportunidad de apartar (un poco, un poco sólo) la braguita de Adriana, se quedara fuera de los Oscar, como Soria se ha quedado fuera de su carrera de funcionario.

Ya me estaba viendo, ay, en la tesitura de escribir: «El periodismo es un simulacro por el que individuos que lo ignoramos todo del cine hablamos de la inconveniencia de que Pedro Almodóvar represente a España en los Oscar». Cuando de pronto, pensé en Zapatero. El peor presidente que ha tenido España le baila el agua al régimen de Maduro en Venezuela en nombre de una mediación (¡otro Banco Mundial!) que cada día recuerda más a la de Brian Currin con Batasuna. 

C’est joli la corruption, n’est-ce pas, monsieur? C’est joli la corruption.