THE OBJECTIVE
Cristian Campos

El exorcista

Costaría encontrar otro político español que haya causado tanto daño a su partido como Pedro Sánchez. Sí, por supuesto, desde las concejalías de urbanismo del ayuntamiento valenciano de turno. Pero nunca desde la posición de Secretario General. Miento. Zapatero existió. No fue un sueño. Pero Zapatero aparte, costaría encontrar otro político español que etcétera, etcétera. 

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El exorcista

Costaría encontrar otro político español que haya causado tanto daño a su partido como Pedro Sánchez. Sí, por supuesto, desde las concejalías de urbanismo del ayuntamiento valenciano de turno. Pero nunca desde la posición de Secretario General. Miento. Zapatero existió. No fue un sueño. Pero Zapatero aparte, costaría encontrar otro político español que etcétera, etcétera. 

Como generador de memes, en cambio, Sánchez no ha tenido rival. La transformación del PSOE de partido de gobierno en fuerza residual nos ha dado mucho juego a los columnistas y muy poco a los politólogos. Si de algo no ha cabido duda durante los últimos doce meses es de que el PSOE iba a romper su suelo en todas las elecciones que le pusieran por delante. Si hacía falta, con el entrecejo. Es probable incluso que pierdan sus propias primarias. Hasta de eso es capaz el PSOE actual.

Y es que pocas veces se tiene el privilegio de poder asistir a la implosión de un universo entero, en este caso el del socialismo español, en vivo y en directo. Tan espectacular ha sido el petardazo que hasta al PP le ha entrado el pánico. Nada le conviene menos a la derecha española que la caída en la irrelevancia del partido hegemónico de la izquierda moderada. Su hueco será ocupado por carroñeros.  

En honor a la verdad, no toda la culpa ha sido de Pedro Sánchez. La decadencia del PSOE es la de la socialdemocracia europea, esa a la que no se le conoce otro programa político desde la caída del Muro de Berlín que el tonteo de barra de bar con todas las tendencias ideológicas zombi que aún deambulan por estos lares: el nacionalismo, el comunismo, el populismo, la pachamama… Intentando camelarse a esos matusalenes ideológicos, el PSOE ha ido de cobra en cobra hasta el congreso final. El que se celebrará el próximo diciembre y que supondrá el fin de Pedro Sánchez si las primarias no lo envían antes de vuelta a su casa. 

Por supuesto, los críticos de Sánchez tienen razón. A Sánchez ya sólo le preocupa Sánchez y todo eso de la gobernabilidad, el futuro del PSOE y las terceras elecciones puntúa muy bajo en su escala de prioridades. Su lógica es otra y de vuelo no ya gallináceo sino subterráneamente reptante: nada importa excepto Pedro Sánchez. De ahí el órdago de este lunes, en realidad una declaración de guerra a Susana Díaz y la invitación a pasar de los pellizcos de monja a las hostias como panes. El ya tópico “a ver si hay huevos” de cualquier bar de carretera español. Los ciudadanos se lo miran desde las mesas colindantes con el berberecho ensartado en el palillo, mudos y con el gesto congelado, a la espera del valiente que arree el primer guantazo. En la tasca ya nadie sabe si reír, llorar, pedir calma o huir del local atravesando las ventanas. Iceta, al fondo a la derecha, baila espasmódico al grito de “¡mira lo que ha hecho la guarra de la derecha!”. 

Al PSOE no le hace falta un congreso sino un exorcista que les saque la tontería del cuerpo.

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