Negra alma de Dylan
Lo cuenta al final de sus memorias. Tras firmar el primer contrato con la CBS, el productor John Hammond –una de las figuras claves de la industria de la música moderna– le dio un par de discos descatalogados a aquel chaval desgarbado que cantaba en los garitos del Village. Bob Dylan se fue directamente al piso de uno de sus amigos de por entonces, Dave Van Ronk. Era uno más de los prohombres de la escena folk que, como mostró Scorsese en su documental, estaba ayudando a Dylan para que se convirtiese en el nuevo icono de la canción protesta norteamericana. Pincharon uno de los vinilos: una grabación antigua de Robert Johnson, un bluesman por entonces casi desconocido que había fallecido hacía más de veinte años. A Van Ronk apenas le emocionó. Una canción le recordaba a otra, otra letra la escuchaba emparentada con aquella. Pero Dylan, en cambio, lo sintió al instante como un chute de adrenalina inyectado directamente en su córtex central. Durante las siguientes semanas escuchó una y otra vez King Of The Delta Blues Singers.
Lo cuenta al final de sus memorias. Tras firmar el primer contrato con la CBS, el productor John Hammond –una de las figuras claves de la industria de la música moderna– le dio un par de discos descatalogados a aquel chaval desgarbado que cantaba en los garitos del Village. Bob Dylan se fue directamente al piso de uno de sus amigos de por entonces, Dave Van Ronk. Era uno más de los prohombres de la escena folk que, como mostró Scorsese en su documental, estaba ayudando a Dylan para que se convirtiese en el nuevo icono de la canción protesta norteamericana. Pincharon uno de los vinilos: una grabación antigua de Robert Johnson, un bluesman por entonces casi desconocido que había fallecido hacía más de veinte años. A Van Ronk apenas le emocionó. Una canción le recordaba a otra, otra letra la escuchaba emparentada con aquella. Pero Dylan, en cambio, lo sintió al instante como un chute de adrenalina inyectado directamente en su córtex central. Durante las siguientes semanas escuchó una y otra vez King Of The Delta Blues Singers.
Esa vivencia en soledad de la música y la letra en la habitación propia es una de las escenas paradigmáticas del memorialismo contemporáneo. El impacto del rock en la conformación de la personalidad es una experiencia compartida por generaciones y generaciones de jóvenes desde hace décadas. Es vida. Pero Dylan, sin metodología, optó además por intelectualizar aquel sentimiento que le estaba llevando más allá de sí mismo. ¿Qué era aquel fantasma que entraba a su habitación cuando empezaba a sonar Cross Road Blues? Transcribía las letras, estudiaba el fraseo, pensaba cómo la mente de ese hombre había logrado entrar y salir de tantos lugares al mismo tiempo. Con la estructura aprendida, atrapado en aquel imaginario, Dylan revolucionó su composición entre 1964 y 1965. Nada volvería a ser lo mismo. El círculo de la protesta estaba roto. Seguía siendo fiel a Woody, pero fundido con el alma oscura de Johnson leyó a Rimbaud y ya tenía el espíritu predispuesto para entrar en el remolinó transgresor de los beat con Ginsberg como mentor. Digamos que fue entonces cuando la música popular empezó a llamar a las puertas del castillo de la institución literaria.