Alsasua en la crisis del PSOE
Hace unos días, una horda de abertzales propinó una paliza a dos guardias civiles y a sus novias en Alsasua. Los agentes compartían una noche de viernes, junto a sus parejas, en un bar de la localidad navarra. Y aunque iban de paisano, alguien los reconoció e identificó como miembros del cuerpo de seguridad. Hicieron falta 50 valientes para mandar a los cuatro al hospital.
Hace unos días, una horda de abertzales propinó una paliza a dos guardias civiles y a sus novias en Alsasua. Los agentes compartían una noche de viernes, junto a sus parejas, en un bar de la localidad navarra. Y aunque iban de paisano, alguien los reconoció e identificó como miembros del cuerpo de seguridad. Hicieron falta 50 valientes para mandar a los cuatro al hospital.
Después del salvaje suceso, el ayuntamiento de Alsasua emitió una declaración institucional en la que condenaba los hechos, puntualizando, eso sí, que rechazaba todas las violencias, también las “pequeñas”, “provengan de donde provengan”. Y no dejaba pasar la ocasión de mostrar su “preocupación y malestar por la masiva presencia de la Guardia Civil en nuestra localidad a raíz de los sucesos ocurridos. Presencia que no ayuda a crear un clima de convivencia”.
La declaración institucional venía firmada por Geroa Bai, PSN-PSOE y Goazen-Altsasu, la marca de Podemos en la localidad. Estoy segura de que esa firma ignominiosa del PSOE de Alsasua ha sentado muy mal a muchos buenos socialistas: cuántos muertos ha tenido que llorar el PSOE por culpa de ETA. Pero da muestra de la difícil coyuntura que atraviesa el partido, al que la aparición de un competidor en la izquierda y la acentuación del eje centro-periferia están a punto de dividir por la mitad.
En los últimos años, los socialistas han ido acercando su discurso al del nacionalismo en las comunidades en las que existe este clivaje, sin que ello haya detenido su progresión menguante. El PSOE se bate en retirada en Cataluña, Galicia, País Vasco y Navarra.
Una parte del socialismo persiste en el error de querer igualar la apuesta de sus rivales, tanto hacia la izquierda como hacia la periferia. Pero ellos, claro, siempre pueden ir un poco más lejos. La otra parte apuesta por competir hacia el centro, allá donde otrora conquistaron sus grandes victorias, sin ninguna garantía de que podrán reeditar sus éxitos. Las tensiones han derivado en una guerra civil, que es el lugar reservado a los golpes de estado fallidos.
La fragmentación del espacio político se abre camino por el centro-izquierda como una falla inestable. Veremos si el PSOE sobrevive al terremoto.