Una nueva historia de terror
«My newest horror story: Once upon a time there was a man named Donald Trump, and he ran for president. Some people wanted him to win». Por fin puedo decir que he leído una historia de terror de Stephen King. Tengo amigos (algunos de los cuales son buenos sin haberlos visto nunca, que decía Chandler) con gusto por la literatura de ficción que llevan años recomendándome las obras de King. No es que haya desoído el consejo por esnobismo, pues cada vez soy más partidario del tocho popular que describe realidades a golpe de mentiras, sino que siempre he preferido escapar pisando asfalto que hacerlo a través de historias para no dormir.
«My newest horror story: Once upon a time there was a man named Donald Trump, and he ran for president. Some people wanted him to win». Por fin puedo decir que he leído una historia de terror de Stephen King. Tengo amigos (algunos de los cuales son buenos sin haberlos visto nunca, que decía Chandler) con gusto por la literatura de ficción que llevan años recomendándome las obras de King. No es que haya desoído el consejo por esnobismo, pues cada vez soy más partidario del tocho popular que describe realidades a golpe de mentiras, sino que siempre he preferido escapar pisando asfalto que hacerlo a través de historias para no dormir.
Así que cuando el cuerpo pide fantasía le doy su dosis de novela negra, con sus detectives imposibles pero reconfortantes en su franco cinismo, sus poderosos despreciables y aquellas ronroneantes rubias platino que bien podrían hacer “publicidad de colchones de alta gama”, como precisó José Giovanni en “El excomulgado”.
Pero volviendo a King; el conocimiento de su literatura me llegó, como demasiadas cosas en la vida, con el cine. “Cuenta conmigo”, “Carrie”, “El resplandor” o “Misery”, por poner ejemplos del montón. Películas sólidas. Leí también “Mientras escribo”, un ensayo muy cabal sobre el oficio de escribidor. No tiene trampa ni cartón. Y aunque King no haga otra cosa que presentar la evidencia, en ningún momento vende motos o se aparta de la honestidad: “El escritor sabe de literatura lo mismo que un pájaro de ornitología”. Y, sobre todo, se cuida mucho de desalentar a los ilusos analfabetos, perezosos y buscadores de fama fácil: “Si quieres ser escritor, lo primero es hacer dos cosas: leer mucho y escribir mucho. No conozco ninguna manera de saltárselas. No he visto ningún atajo”.
Hoy, pues, puedo celebrar que me he iniciado en la obra terrorífica de King. Y sí, la lectura de su relato me ha perturbado. Aunque he de reconocer que me ha parecido extremadamente naturalista.