THE OBJECTIVE
Cristian Campos

El Pijoaparte contra Sandy Olson

Si Errejón es los Beatles, Iglesias es los Rolling Stones. Pura clase media intentando pasar por macarra de barrio vallecano.

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El Pijoaparte contra Sandy Olson

Si Errejón es los Beatles, Iglesias es los Rolling Stones. Pura clase media intentando pasar por macarra de barrio vallecano.

Yo siempre he sido mucho más de Errejón que de Iglesias porque no puedo evitar empatizar con él cuando le veo sudar tinta intentando esconder esos “ej que” capaces de sacarte de su discurso como sólo lo haría Godzilla pasando en ese preciso instante por delante de la ventana. También sufro con él cuando le oigo comerse las eses finales como si no hubiera un mañana. O batallar como un titán para barnizar las ideas más intrascendentes y banales con una palabrería cursi hasta la náusea.

Errejón, en definitiva, es a la brillantez intelectual y a la verdadera retórica lo que un nuevo rico al dinero viejo: un quiero y no puedo que sólo puede convencer a aquellos dispuestos a agarrarse a un clavo ardiendo en su búsqueda del Owen Jones español.

Pablo Iglesias es otra cosa. Si Errejón es los Beatles, Iglesias es los Rolling Stones. Pura clase media intentando pasar por macarra de barrio vallecano. Errejón no sabe ya qué hacer para ser aceptado en el nivel superior (y de ahí las continuas informaciones en el sentido de que su futuro podría estar en el PSOE) mientras que Pablo Iglesias finge pose canalla con un objetivo que se me escapa. La verdadera clase obrera española, caso de seguir existiendo en el mismo sentido en el que existía en 1978, vota hoy en día mayoritariamente al PP.

Así que la batalla por determinar la línea de acción de Podemos, que de momento gana claramente Iglesias, es poco más que una batalla de complejos. De inferioridad los dos, pero que Errejón canaliza hacia arriba e Iglesias hacia abajo. Errejón es el Pijoaparte de los millennials. Iglesias, la Sandy Olson de Grease.

En el plano político, los dos andan equivocados. Ni el sistema puede ser derribado desde dentro, como pretende Errejón, ni desde fuera, como pretende Iglesias. Porque el sistema no es un organismo diseñado por un tecnólogo supremo, y por lo tanto vulnerable al ataque de un virus, sino un ente orgánico que ha desarrollado de forma natural sus propias vacunas. Podemos entre ellas: un microorganismo muerto cuyo objetivo no es destruir a su receptor sino reforzarlo.

Errejón e Iglesias, que tanto son de relacionar cultura pop y política, deberían salirse de Juego de Tronos y echarle un segundo vistazo a Matrix. Ahí lo tienen todo. Podemos como “el remanente de una ecuación no balanceada connatural a la programación de Matrix”. Una ficción en la mente de Donald Trump, Nigel Farage y Marine Le Pen.

 


 

 

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