Cazadores del Pleistoceno
En 2014 se suicidaron en España 2938 hombres y 972 mujeres. En todos los países del mundo, salvo China, la media es de cuatro hombres por cada mujer. Quizá haya personas a las que sorprendan estas cifras. El suicidio masculino no es sólo una de las graves incertidumbres de nuestro tiempo, sino una de las más desatendidas. Hace algunos años, en el único estudio específico que conozco, The gender gap in suicide and premature death or: why are men so vulnerable?, la psiquiatra Anne Möller sostenía la tesis de que la masculinidad había entrado en crisis en los años 70. Y que al hombre, aunque en una escala mayor, le estaría sucediendo algo parecido a la mujer de los años 50 y 60, cuya tasa aumentó debido a los profundos cambios en el patrón femenino de comportamiento.
En 2014 se suicidaron en España 2938 hombres y 972 mujeres. En todos los países del mundo, salvo China, la media es de cuatro hombres por cada mujer. Quizá haya personas a las que sorprendan estas cifras. El suicidio masculino no es sólo una de las graves incertidumbres de nuestro tiempo, sino una de las más desatendidas. Hace algunos años, en el único estudio específico que conozco, The gender gap in suicide and premature death or: why are men so vulnerable?, la psiquiatra Anne Möller sostenía la tesis de que la masculinidad había entrado en crisis en los años 70. Y que al hombre, aunque en una escala mayor, le estaría sucediendo algo parecido a la mujer de los años 50 y 60, cuya tasa aumentó debido a los profundos cambios en el patrón femenino de comportamiento.
El problema es que Möller se remonta demasiado en el tiempo, dado que la suicidología nació hace apenas 50 años y que este hecho ensombrece cualquier estadística anterior. Es posible que el hombre esté inmerso en un proceso en que la nueva masculinidad no acaba de nacer y la vieja no acaba de morir. Yo no lo sé. Pero la cuestión empalidece si se atiende a que las mujeres lo intentan tres veces más y sufren depresión en la misma superior proporción. En este sentido, siempre me pareció más real y prudente la argumentación del psicólogo Thomas Joiner. Si el suicidio es una combinación entre el deseo de morir y la ausencia de miedo, es lógico pensar que la misma composición biológica que convirtió a los hombres en cazadores a la intemperie durante el Pleistoceno les dote de una mayor eficacia a la hora de cazarse a sí mismos y doblegar el instinto de supervivencia. ¿Porqué se matan más los hombres? Porque pueden. Es la única respuesta, de momento.
Pero no me resisto a tratar uno de los rasgos más sangrantes de esta brecha. Me refiero a la prensa, obviamente. Aunque el ejemplo es transferible a la sociedad y las instituciones. Hace poco comparé el tratamiento que recibieron en El País los 3910 suicidios y las 53 víctimas de pareja (masculina) de 2014. Los resultados, una vez desalojadas las noticias que no aludieran a España, fueron los siguientes: 306 noticias sobre violencia doméstica y 18 sobre suicidio. Desgraciadamente, en ningún lugar parece mejor confirmada la hipótesis de que las mujeres buscan ayuda y los hombres mueren en los periódicos.
–
Lee también la opinión de Daniel Capó: