Sergio González Ausina

El sobrino del suicida

El sobrino del suicida

El libro de Sergio González Ausina Última carta. Un suicidio en mi familia (Deliberar) me recordó que el asunto más crucial del que debe ocuparse un escritor suele estar bien a mano. Yo sé que ha de llegar el día en que me ponga a la tarea, y que todo lo que he ido publicando hasta ahora es una antología del disimulo. También sé que cuando me enfrente a ello tendré más mimbres, y que acaso el tiempo haya depurado la memoria de indeseables truculencias. Un recuerdo alisado. Pero no me engaño: si postergo el encuentro es por cobardía. Y Sergio es un valiente, un periodista de fuste que en lugar de vadear torpemente la cuestión, resolvió batirse con ella. La cuestión, por ir iluminando su hazaña, es su familia. La familia muerta y la familia viva, que es el único vehículo para llegar a la primera y la peor de las compañías para hacerlo.

Cazadores del Pleistoceno

Cazadores del Pleistoceno

En 2014 se suicidaron en España 2938 hombres y 972 mujeres. En todos los países del mundo, salvo China, la media es de cuatro hombres por cada mujer. Quizá haya personas a las que sorprendan estas cifras. El suicidio masculino no es sólo una de las graves incertidumbres de nuestro tiempo, sino una de las más desatendidas. Hace algunos años, en el único estudio específico que conozco, The gender gap in suicide and premature death or: why are men so vulnerable?, la psiquiatra Anne Möller sostenía la tesis de que la masculinidad había entrado en crisis en los años 70. Y que al hombre, aunque en una escala mayor, le estaría sucediendo algo parecido a la mujer de los años 50 y 60, cuya tasa aumentó debido a los profundos cambios en el patrón femenino de comportamiento.

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