THE OBJECTIVE
David López

Errejón vive

Errejón llegó a Vistalegre con dos preceptos: regenerar y pluralizar Podemos, y salió con uno sólo: conservar la cabeza.

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Errejón vive

Errejón llegó a Vistalegre con dos preceptos: regenerar y pluralizar Podemos, y salió con uno sólo: conservar la cabeza.

Caso insólito, Errejón ingresó en la política por la senda de las ideas, por lo que siempre tendrá una posición difícil para otro que no sea él, porque representa la especulación, la actividad raquídea, el silogismo. Sus mayores prendas son el genio político y ese equívoco que le permite confundir sus pasiones y sus prejuicios con el sentimiento nacional. Sus facciones y su sonrisa intraducible componen un conjunto agradable, que oculta un espíritu inquieto y ávido por llegar: es de esos que sólo salen de sí mismos para reflejarse en la historia. Con el tiempo, el hombre que tenía fama de intelectual adquirió la de hombre capaz. Se le ha acusado alternativamente de sectario, de moderado y de traidor a la causa; pero su mayor ambición es la de influir en las opiniones y en los esquemas de los demás, ambición sólo superada por otra: la de salvar sus almas. Poco podía imaginarse Pablo Iglesias que su colega se iba a convertir en un agente de disolución cuando le dio la bendición y lo acogió en su círculo. Errejón se ha medido a su adversario y ha perdido, pero parece que su permanencia política no va a exigirle demasiados arabescos. Ahora bien, tras Vistalegre II, Errejón descubre que las consultas y las elecciones no sólo sirven para socavar a su predecesor: también pueden ser un canal para la perpetuación de los dirigentes. El antiguo delfín sufre en carne propia las consecuencias de esa excesiva democracia que él mismo ha contribuido a implantar en su partido. Al exasperar el principio en el que se fundan los regímenes, éstos tienden a degenerar: esto es válido tanto para los partidos políticos como para las naciones.

Errejón ha acusado a Iglesias de querer apoderarse de todos los resortes del partido y de dirigir enteramente la política, que es lo que haría el propio Errejón, si tuviera de nuevo la oportunidad. Para sacudirse tan molesta presencia, Iglesias lo ha enviado de un puntapié a disputar la Comunidad de Madrid y ha puesto a Echenique de número dos: a todas luces, Echenique no generará sustancia intelectual nueva: está por ver si es lo bastante hábil como para dar continuidad a las ideas de los otros y, en particular, a las del propio Errejón. Entre tanto, la estructura asamblearia de Podemos le permitirá a este dar rienda suelta a sus ambiciones y quién sabe si a prodigarse en conjuras desde los distintos grupos o familias, desde los suburbios del partido, mientras llega la guerra que todos desean hacer y que casi nadie está en disposición de sostener.

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