THE OBJECTIVE
Melchor Miralles

Únicos, humanos y vivos

El trabajo de Angelica Dass es fastuoso, me ha atrapado. Durante mucho tiempo ha fotografiado seres humanos de todos los continentes hasta elaborar el mayor inventario cromático de los diferentes tonos de piel humana nunca conocido.

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Únicos, humanos y vivos

El trabajo de Angelica Dass es fastuoso, me ha atrapado. Durante mucho tiempo ha fotografiado seres humanos de todos los continentes hasta elaborar el mayor inventario cromático de los diferentes tonos de piel humana nunca conocido. En total, más de 4.000 retratos con el mismo fondo en todas las fotografías. Ricos, pobres, altos, bajos, mayores, jóvenes, mujeres, hombres. La fotógrafa madrileña nacida en Brasil ha hecho de este modo un homenaje inmenso al mestizaje, la mezcla y, de paso, al respeto hacia el ser humano. Suy trabajo parte de su propia experiencia de un dolor “grande y profundo”.

Pero Angelica no se ha quedado ahí, y viaje por el mundo hablando, contando su experiencia en la búsqueda, en definitiva, de un mundo en el que nadie sea excluido por el color de su piel, una aspiración eterna que muchos creen absurda porque dan por hecho que no existe ya ese tipo de discriminación, pero que es esencial para quienes sabemos que cada día en los cinco continentes hay miles de seres humanos que padecen persecución por el color de su piel. Incluso, sus vidas corren peligro, y no son pocos cada día los que la pierden, asesinados, por esa causa.

La ciencia, los especialistas en ADN, certifican que cada ser humano es único, aunque estemos hechos de la misma materia prima. No hay dos seres humanos iguales. Somos una sola raza y millones y millones de personas únicas e irrepetibles, para bien o para mal. Y todos debemos estar vivos y ser respetados. Nadie debe ser liquidado física o socialmente por el color de su piel.

El mestizaje es la vida. Recién llego de un viaje por el sur de América en el que he transitado por villas y favelas de fama horrenda, en las que viven seres humanos discriminados, barrios febriles donde se esconde el bandidaje para actuar de día y de noche fuera del escondite, y en todos me he topado, hablado y grabado con las cámaras a hombres y mujeres de piel clara, oscura, tonos blancos, o negros, pero todos eran iguales, seres humanos con virtudes y defectos, la mayoría deseosos de salir del agujero para vivir dignamente.

Muchos nacen ya con rostro de que les van a matar al final de la película, y sucede, les matan. Incluso a veces a media película. Aspiro a que algún día incluso los que llegan a la vida con esa cara por nacer donde les ha tocado, tatuados por la miseria, puedan vivir su vida, su película, hasta los títulos de crédito, libres, sin morir la vida, siendo los guionistas de su propia película. Trabajos como el de Angelica Dass contribuyen a ello. Seres humanos, únicos y vivos.

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