MyTO

Seres gregarios

Muchas conquistas sociales han llegado gracias a la solidaridad y la lucha colectiva, y muchas tantas otras de la fortaleza de hombres y mujeres que han ido a contracorriente, rompiendo tabús y haciendo frente a las masas.

Opinión
  • Laura Fàbregas (Barcelona, 1987) se licenció en Ciencias Políticas por la Universidad Autónoma de Barcelona. Sus primeros pasos en el periodismo los dio en Catalunya Ràdio, cubriendo la información política desde Madrid. También trabajó en la corresponsalía de Roma de la emisora radiofónica Cadena Ser, y posteriormente estuvo cinco años trabajando para la delegación catalana de El Español hasta incorporarse en la sección de Nacional, donde abarcó la actualidad del Gobierno. Su última etapa antes de desembarcar en The Objective fue en Vozpópuli como redactora de política.

Muchas conquistas sociales han llegado gracias a la solidaridad y la lucha colectiva, y muchas tantas otras de la fortaleza de hombres y mujeres que han ido a contracorriente, rompiendo tabús y haciendo frente a las masas. A menudo, solo la perspectiva del tiempo sitúa a cada uno en su lugar, y los que en un momento fueron parias se erigen como referentes.

En Cataluña los jóvenes de la CUP viven en una autocomplacencia de creerse que  la historia les situará en un buen lugar. Yo, que tengo corazón pero también cabeza, les conozco bien de cerca. En su narcicismo se ven como revolucionarios…. unos revolucionarios un poco inusuales porque, en su práctica totalidad, viven del sistema: ocupando cargos en ayuntamientos, universidades, escuelas y demás entes públicos.

Viven al calor de las instituciones y su rebeldía se mide en los mensajes que llevan en su vestimenta uniformada. El día en que organizaron el ataque a la sede del PP en Barcelona actuaron sin la chispa de espontaneadad o imprevisibilidad propia de lo que tiene que ver con el factor humano. Con cánticos robotizados, de seres gregarios. Confieso que sentí más solidaridad hacia sus padres que por el Partido Popular.

El futuro de Cataluña o de cualquier otro lugar no puede depender de personas que solo encuentran la fortaleza fundiéndose en la masa; que su pretendida rebelión no pasa de ser un mero acto orquestado y conformista, como cuando los católicos van los domingos a misa por el qué dirán los vecinos.

La religión o el colectivo da cobijo. Por eso el verdadero revolucionario vive a la intemperie.