THE OBJECTIVE
Melchor Miralles

La ciénaga del PP y las amenazas a las “zorras”

Siempre es el penúltimo capítulo. Queda mucha porquería por salir a flote, pero los desagües del asunto del Canal de Isabel II, la detención de Ignacio González y algunos de los suyos, evidencia el grado de indecencia que anida en buena parte de la dirigencia popular instalada en el poder al abrigo de José María Aznar y Esperanza Aguirre, y abre la espita a una derivada hasta ahora inexplorada, pero que puede ser un filón: el papel de algunos medios de comunicación que se la vienen mamando al PP desde hace años con entusiasmo digno de mejor causa.

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Siempre es el penúltimo capítulo. Queda mucha porquería por salir a flote, pero los desagües del asunto del Canal de Isabel II, la detención de Ignacio González y algunos de los suyos, evidencia el grado de indecencia que anida en buena parte de la dirigencia popular instalada en el poder al abrigo de José María Aznar y Esperanza Aguirre, y abre la espita a una derivada hasta ahora inexplorada, pero que puede ser un filón: el papel de algunos medios de comunicación que se la vienen mamando al PP desde hace años con entusiasmo digno de mejor causa.

 

La ciénaga del PP es insondable. Manda huevos que Rajoy, máximo responsable del partido, a la vista de los indicios existentes, no pusiera pie en pared y haya sido el artífice de una investigación interna para depurar responsabilidades y poner a los responsables en manos de la Justicia. Pero no. Rajoy siempre quieto, a la espera de que escampe, él no sabe nada, como los monos de Gibraltar, no ve, no escucha, no habla. Y así va la cosa.

 

El Canal de Isabel II en la picota porque Cristina Cifuentes no ha tragado y ha colaborado con la Justicia. De esta o sale reina madre o a casa. Tiene enemigos potentes. Y del Canal de Isabel II a Aguas de Barcelona hay un paso. Y aparece “El príncipe de las tinieblas”, Mauricio Casals, pope de uno de los dos grupos mediáticos que cortan el bacalao, junto a Marhuenda, el omnipresente con sus perros. Se referían a Cifuentes y su jefa de prensa como “zorras” y “putas”. Iban a por ellas sin la razón y con La Razón. El televisivo director a saco, sin cortarse un pelo. Ambos, el capo y el asistente, actuando como jamás deben actuar el editor y el director de un medio que se precie. Amenaza en ristre, con la mentira como munición, el chantaje como práctica habitual, y no al servicio de los ciudadanos sino del poder y de sus intereses personales. La ciénaga y la inmoralidad es supina. Y queda mucha tela que cortar. Y Rajoy calladito. ¡Que vergüenza!

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