THE OBJECTIVE
Ricardo Dudda

Corporativistas y reaccionarios

La semana pasada estuve en una graduación universitaria. Mi hermana terminaba la carrera de Publicidad. Una de sus compañeras dio un discurso en el que hizo una broma sobre lo difícil que es explicar a sus padres qué es exactamente su carrera. “Mamá, te preguntarás para qué sirve esta carrera”. Risas de complicidad. Ocurre en muchas profesiones liberales. Muchos se quejan de que no saben explicar su trabajo, pero disfrutan de la incomprensión. Ni siquiera hace falta un trabajo muy sofisticado. Es común en periodismo, pero también en otras carreras, la broma del pianista en el burdel: “No le digas a mi madre que soy periodista, dile que soy pianista en un burdel”. Ese menosprecio autoparódico tiene algo de orgullo, porque se entiende que la elección es arriesgada, única, diferente.

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Corporativistas y reaccionarios

La semana pasada estuve en una graduación universitaria. Mi hermana terminaba la carrera de Publicidad. Una de sus compañeras dio un discurso en el que hizo una broma sobre lo difícil que es explicar a sus padres qué es exactamente su carrera. “Mamá, te preguntarás para qué sirve esta carrera”. Risas de complicidad. Ocurre en muchas profesiones liberales. Muchos se quejan de que no saben explicar su trabajo, pero disfrutan de la incomprensión. Ni siquiera hace falta un trabajo muy sofisticado. Es común en periodismo, pero también en otras carreras, la broma del pianista en el burdel: “No le digas a mi madre que soy periodista, dile que soy pianista en un burdel”.  Ese menosprecio autoparódico tiene algo de orgullo, porque se entiende que la elección es arriesgada, única, diferente.

En Facebook hay muchos grupos de profesiones. “Si eres enfermero/traductor/documentalista entenderás esto”. En casi todos hay una defensa de la profesión cerrada, un cortijo, un corporativismo rancio: mi profesión es esencial para la mera existencia de Occidente. Recuerdo discusiones acaloradas con un traductor de películas, que criticaba mi gusto por el cine subtitulado porque dejaba a miles de traductores sin trabajo, sin poder mantener a sus familias. Hay un meme muy popular, que se da en los mismos entornos. Son varias imágenes con las distintas percepciones de mi trabajo. Mis amigos piensan que es esto, mis padres esto otro, pero realmente es esto, que normalmente es mucho más sufrido de lo que parece.

El trabajo de uno es siempre esencial, porque para eso es el trabajo de uno. Es, además, una pieza esencial de la sociedad. Una parte de la izquierda lleva años atascada en esa lógica, que defiende más el empleo que al empleado. Por eso Errejón defiende el “carbón autóctono” hasta que podamos desarrollar energías renovables, y por eso Podemos defiende a los taxistas, a los estibadores. Es un corporativismo reaccionario, que dota de épica a sectores obsoletos porque son suficientemente ruidosos. Y es algo que se enseña en las universidades.

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