“Indepes”: ya son violentos
Decían que lo suyo era ; que iban a conseguir la independencia con bonitas palabras gracias a presentadores de televisión que les apoyarían desde el compromiso firme o desde esa equidistancia que huele tan mal; que los fusilamientos y el Ejército invasor era cosa de los españolazos cerriles, y que la vida se volvería maravillosa con el carné de indepe y los presupuestos de los demás.
Decían que lo suyo era <<la revolución de las sonrisas>> ; que iban a conseguir la independencia con bonitas palabras gracias a presentadores de televisión que les apoyarían desde el compromiso firme o desde esa equidistancia que huele tan mal; que los fusilamientos y el Ejército invasor era cosa de los españolazos cerriles, y que la vida se volvería maravillosa con el carné de indepe y los presupuestos de los demás.
Pero ya son violentos. Ya se huelen la tostada: su independencia con sonrisas está causando la carcajada generalizada en todo el mundo y, pese a la pasta que se gastan a manos llenas del modo más vergonzoso, son conscientes de que no tienen nada que hacer. Que ni siquiera les van a considerar víctimas de un sistema tirano. Que son idiotas, y ya.
Los indepes ya son violentos a ver si así consiguen un fusilamiento, o un encarcelamiento, o una herida de bala, o, al menos, un golpe con una pelota de goma antidisturbios. ¡Algo, por Dios!, claman: algo que les convierta en mártires; algo más que una multa administrativa que les deja como idiotas, y ya.
Los indepes ya son violentos, y no tienen solución. España es un país civilizado y ejemplar y debe basar sus leyes y actuaciones en la Justicia y la Solidaridad, grandes conceptos del Siglo XXI. Así es imposible solucionar el problema independentista: los indepes no quieren ser tratados con Justicia igual que los demás españoles porque se creen superiores; ni tampoco quieren ser solidarios porque lo suyo es suyo y lo de los demás, también.
Y como no se puede vivir en un mundo injusto e insolidario, su <<revolución de las sonrisas>> se ha quedado en propuesta despreciable por el mundo civilizado.
Así que se han puesto rabiosos: eran golpistas y cerriles. Ahora, también son violentos.