Indepes: la Ley del embudo
Quieren tener la nacionalidad catalana y española, pero los españoles no pueden tener la nacionalidad española y catalana. Así es como los indepes van trazando el camino absurdo de la Ley del embudo: lo ancho para ellos, lo estrecho para uno.
Quieren tener la nacionalidad catalana y española, pero los españoles no pueden tener la nacionalidad española y catalana. Así es como los indepes van trazando el camino absurdo de la Ley del embudo: lo ancho para ellos, lo estrecho para uno.
Es muy fácil hacer política de este modo: no se trata de encontrar soluciones a los problemas reales, sino buscar culpables a problemas falsos.
Lo que no entiendo es cómo hay tanta gente dispuesta a seguir a esta banda; cómo pueden pensar por un segundo que estos bandarras tienen alguna solución para sus vidas.
Lo de la nacionalidad es el colmo de la caradura de estos frescos: que pueden seguir siendo españoles además de catalanes. Oiga, ¿y los demás? ¿Los demás no tenemos derecho a lo mismo? ¿Dónde se ha visto eso?
En realidad se trata de trasladar a sus leyes lo que ocurre de hecho: los catalanes pueden trabajar en toda España pero el resto de españoles tienen cada vez más dificultades para trabajar y para vivir en Cataluña. Lo que no saben es que eso les llevará a la ruina.
El problema real de los indepes es que se creen superiores a los demás. Dentro de poco nos dirán que son de una raza aria distinta. Y no se les caerá la cara de vergüenza pues tonterías de ese estilo ya las proclaman: desde que Cervantes era catalán hasta que Valencia forma parte de su país.
Ahora bien, ocurre que en Madrid hay muchos periodistas y líderes de opinión que prefieren agachar las orejas y dar alguna parte de razón a los indepes que enfrentarse a la verdad: viven de una invención de la que han hecho un gran negociete que consiste en humillar a los demás.
Los macarras han tomado Barcelona y es obligado luchar contra ellos.