THE OBJECTIVE
Víctor de la Serna

Cuando las ignorancias son recíprocas...

Era un prometedor periodista de provincias con cierto predicamento en su tierra que al fin lograba que le publicasen un artículo en Madrid: en ‘El Sol’, nada menos.

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Cuando las ignorancias son recíprocas…

Era un prometedor periodista de provincias con cierto predicamento en su tierra que al fin lograba que le publicasen un artículo en Madrid: en ‘El Sol’, nada menos. Poco después era nombrado cronista parlamentario del diario dirigido por Manuel Aznar y su vida cambiaría. Pues bien, lo que a Aznar le convenció para publicar el texto de ese montañés fue que estuviese dedicado a la lengua catalana, y aun más: a una ceremonia a esa lengua.

«La lengua catalana, airón brillante de la cultura hispánica, cortejo sonoro de un imperio, la lengua deslumbrante ‘que oyera la gentil sirena del Pausilppo’, ni es conocida ni es amada por los estudiantes universitarios del idioma castellano. Esa lengua ha sido, sin embargo, el primer vehículo romance de cultura en España».

Pero, se lamentaba el periodista, esa lengua «no es estudiada aisladamente en las Universidades españolas, no dispone en su propia patria de distinta lengua, en la España de romance castellano, de un laboratorio, de un seminario donde se le rinda ceremonia a ella exclusivamente, con el acatamiento que merece a cambio de los honores que otorgó a España misma».

Por todo ello instaba al recién nombrado ministro de Instrucción Pública, Marcelino Domingo, a que tomase la iniciativa «estableciendo por de pronto en la Universidad Central la cátedra de Lengua y Literatura catalanas. Las variantes valenciana y mallorquina irían en ella inclusas, como en una cátedra de Lengua y Literatura castellanas van inclusas las variantes puramente dialectales. Nadie será tan suspicaz que atribuya al término ‘dialectal’ un contenido de intención despectiva».

Esto apareció en mayo de 1931, semanas después de la proclamación de la II República. Han pasado 86 años y ni Domingo ni ningún sucesor siguió la sugerencia. En España no se ha estudiado catalán ni filología catalana fuera de las zonas de habla catalana. Podemos quejarnos con razón de operaciones como la inmersión y la práctica desaparición de la enseñanza del castellano en esas zonas. Pero la ignorancia ha sido mutua, y si a aquel cándido señor de Santander se le hubiese hecho algún caso quizá nos respetaríamos más los unos a los otros en 2017…

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