Schleswig-Holstein
la herencia semántica que identifica decimonónicamente los golpes de Estado con la toma del poder estatal a manos de militares y, por tanto, la reticencia de tantos comentaristas y ciudadanos a identificar como tal el intento de voladura del orden constitucional perpetrado por el separatismo catalán; el correspondiente éxito internacional del relato victimista confeccionado sin descanso por el soberanismo, que ha permeado las más excelsas redacciones de la romantizante prensa europea
Dice, en traducción y con cursivas mías, la Wikipedia alemana:
«Un Putsch, golpe de Estado, o en francés coup d’Etat, es una acción a menudo sorpresiva y por lo general violenta, ejecutada por miembros del Ejército o de organizaciones paramilitares y/o de un grupo de políticos con el objetivo de acabar con el gobierno y tomar el poder del Estado. Los golpistas son por lo general altos cargos militares o dirigentes de organizaciones paramilitares«.
Y continúa:
«Al golpe sigue habitualmente una dictadura militar o el gobierno de un régimen autoritario. Pero existen otros tipos de golpe, como por ejemplo el llamado putsch de Zürich, que tuvo lugar en Suiza en 1839 y neutralizó temporalmente (hasta 1845) la vigencia del régimen liberal en el cantón de Zürich».
Para, ciñéndonos al apartado introductorio, concluir:
«La palabra Putsch es mayormente empleada para hacer referencia a un golpe triunfante; un golpe fracasado se denominará «intento de golpe» o «revuelta». Un golpe fracasado termina habitualmente con un juicio público por alta traición contra sus instigadores. La palabra Putsch tiene connotaciones negativas; por ello, los golpistas suelen referirse de manera eufemística a sus acciones».
Aquí, leyendo estas líneas y leyendo entre líneas, está todo.
O casi todo: la herencia semántica que identifica decimonónicamente los golpes de Estado con la toma del poder estatal a manos de militares y, por tanto, la reticencia de tantos comentaristas y ciudadanos a identificar como tal el intento de voladura del orden constitucional perpetrado por el separatismo catalán; el correspondiente éxito internacional del relato victimista confeccionado sin descanso por el soberanismo, que ha permeado las más excelsas redacciones de la romantizante prensa europea; y, finalmente, la doble moral de que han hecho gala el tribunal provincial de Schleswig-Holstein primero y su ministra de Exteriores después, al sugerir que los hechos contenidos en la instrucción del juez Llarena no serían punibles en territorio alemán o lo serían de manera tan liviana que incluso concurren dudas sobre el cargo de malversación de dinero público.
Para que luego digan que la Wikipedia no sirve para nada. Von wegen!