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El atrevimiento de la ficción

Me sorprende gratamente el desparpajo con que ciertas series se encaran a los hechos para convertirlos en ficción sólida. Pienso que a menudo se sobrevalora la imaginación en el relato fílmico y literario cuando las historias más interesantes están ahí para contarlas con estilo. No es que la realidad supere la ficción sino que la primera es el material con que se construye la segunda. Quedó demostrado, por ejemplo, en la primera entrega de American Crime Story, The People v. O.J. Simpson, un potente y adictivo relato sobre el juicio del ex deportista y actor de cine ocasional por doble asesinato.

Opinión
  • Badalona, 1976. Licenciado en Periodismo y Filología Hispánica. Ha trabajado en radio, medios escritos y agencias de comunicación. Ejerció la crítica cinematográfica en la revista especializada Dirigido Por durante más de una década y ha participado en varios volúmenes colectivos sobre cine. Ha publicado en El Mundo, La Vanguardia, Letras Libres, Revista de Libros, Factual, entre otros medios. Es autor de los libros Amores cinéfagos (Jot Down Books, 2023) y Viajando con ciutadans (Editorial Tentadero 2007/Editorial Triacastela 2015).

Me sorprende gratamente el desparpajo con que ciertas series se encaran a los hechos para convertirlos en ficción sólida. Pienso que a menudo se sobrevalora la imaginación en el relato fílmico y literario cuando las historias más interesantes están ahí para contarlas con estilo. No es que la realidad supere la ficción sino que la primera es el material con que se construye la segunda. Quedó demostrado, por ejemplo, en la primera entrega de American Crime Story, The People v. O.J. Simpson, un potente y adictivo relato sobre el juicio del ex deportista y actor de cine ocasional por doble asesinato.

La miniserie partía de un reportaje –que se convirtió en bestseller–  del periodista Jeffrey Toobin como fuente fiable de una narración que iba más allá de los hechos probados y se introducía a destajo en la intimidad y la psicología de los protagonistas. En última instancia, la serie ahondaba en conflictos raciales y también de género. En este aspecto, mostraba más que juzgaba y proponía al espectador una reflexión antes que una conclusión cerrada.

Sin llegar a las cotas de calidad de la primera entrega, la segunda temporada también demuestra la capacidad de la ficción por rastrear la realidad vívida. The Assassination of Gianni Versace, además de reconstruir la historia del asesino en serie Andrew Cunanan, que antes de pegarse un tiro en la boca acabó con la vida del célebre diseñador, incide, sobre todo, en una homofobia ambiental que no queda tan lejos. Pocos eran los valientes que en los años ochenta y noventa del pasado siglo, con el azote del Sida en sus momentos más dramáticos, se atrevían a reconocer públicamente su homosexualidad. Sin morbos ni escabrosidades, The Assassination… refleja la intolerancia hipócrita, la doble moral cerril y pazguata, y el drama de los condenados a un armario opresivo, víctimas de una sociedad obsesionada con el etiquetaje sexual.

Celebro el atrevimiento de la ficción. De las buenas historias que proporcionándonos una evasión ociosa nos ayudan al mismo tiempo a entender un poco más el mundo en el que vivimos.