¿De qué se ríen los votantes de ultraderecha?
Escribía Woody Allen en su película Delitos y faltas que la comedia no era otra cosa que tragedia más tiempo. Yo creo que tenía razón. Lo pensé ayer mientras veía en Netflix Afraid of the dark, el monólogo de Trevor Noah
Escribía Woody Allen en su película Delitos y faltas que la comedia no era otra cosa que tragedia más tiempo. Yo creo que tenía razón. Lo pensé ayer mientras veía en Netflix Afraid of the dark, el monólogo de Trevor Noah, un comediante de 34 años, nacido en Sudáfrica, con padre blanco y madre negra. En muchas de sus actuaciones en directo, libros publicados o shows de televisión, Noah habla constantemente del apartheid, de la pobreza e incluso de aquel día que se tiró junto a su madre en un coche en marcha para no ser linchado por unos vecinos.
Durante una hora, en Afraid of the dark, Noah desentraña con inteligencia y humor –perdón por la redundancia- cinco de los asuntos que más están tensando la convivencia actual: los nacionalismos, la inmigración, el racismo, el ‘estilo Trump’ y ese machismo imperante e invisible que algunas mujeres sufrimos todavía. Son los mismos temas que, probablemente, ocuparán las sobremesas en las cenas y comidas de empresas de estos días o en los festines navideños de las próximas semanas.
Su discurso sobre la inmigración es imbatible. Prueben a usarlo en algunas de estas reuniones: “Lo que la gente llama inmigración solo depende del marco temporal. Todos somos inmigrantes. ¿Desde cuándo se empieza a serlo? Todos venimos de algún sitio”, afirma el cómico. Y todavía acierta más en su diagnóstico cuando, refiriéndose a la política de Trump, afirma: “Cuando escucho ese tipo de conversaciones en Estados Unidos: ‘¡Los putos inmigrantes nos invaden! Putos inmigrantes. ¡Fuera de aquí!’. Siempre me pregunto qué pensarán los nativos americanos cuando escuchan esas palabras”.
El nacionalismo también está presente en el monólogo y Noah utiliza a Reino Unido y el Brexit como otro ejemplo de cinismo implícito: “Hay muchos británicos que odian a los inmigrantes porque ni siquiera intentan ser británicos: ‘Llegan aquí y se traen su maldita cultura. Se traen su comida, parlotean su maldito idioma e intentar hacerse con todo’. Y yo pienso: ¡vaya, eso suena muy británico!”. En ese justo momento el teatro revienta en carcajadas al comprender que si hay un país en el mundo que no tiene derecho a quejarse de la inmigración es Reino Unido: “Entenderéis que crearon el problema al que ahora se enfrentan. Prácticamente colonizaron todo el mundo”, afirma Noah.
El monólogo –perfectamente estructurado a través de un arco narrativo- termina con la reivindicación de un uso consciente del lenguaje. Empleando la palabra “coñazo” como ejemplo, Noah se pregunta: “Cuando alguien dice que algo es un coñazo les digo: ‘¿Tienes idea de lo extraordinaria que es una vagina? ¿Tienes idea de lo fuertes que son? Por algo los hombres siempre buscan oprimirlas. Una vagina es tremendamente poderosa (…) ¿Y dices que tener una es de débiles? (…) Ojalá yo fuera un coñazo”.
Me reí mucho viendo Afraid of the dark, me hizo reflexionar y también me emocionó. Pensé después si los votantes de ultraderecha –generalmente xenófobos y machistas- se ríen. ¿De qué? ¿Tendrán Netflix? ¿Y si un día, por casualidad, ven Afraid of the dark? ¿Qué sucedería? Creo que si se ríen, piensan y se emocionan, quizás, no esté todo perdido.