THE OBJECTIVE
Jaime G. Mora

Mis mejores lecturas del año

Será que la obligación de leer por trabajo le quita literatura al asunto, o que el morro se vuelve con el tiempo más y más fino, o simplemente que no he sabido elegir buenos títulos, o que no los he sabido leer bien, pero este 2018 que se acaba no ha sido para mí un año de lecturas deslumbrantes. Ninguna me ha dejado sin habla, aunque sí ha habido un puñado de libros que me han gustado hasta el punto de querer recomendarlos en esta lista -otra más- de lecturas del año que nadie necesita ni reclama. Y, sin embargo…

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Mis mejores lecturas del año

Será que la obligación de leer por trabajo le quita literatura al asunto, o que el morro se vuelve con el tiempo más y más fino, o simplemente que no he sabido elegir buenos títulos, o que no los he sabido leer bien, pero este 2018 que se acaba no ha sido para mí un año de lecturas deslumbrantes. Ninguna me ha dejado sin habla, aunque sí ha habido un puñado de libros que me han gustado hasta el punto de querer recomendarlos en esta lista -otra más- de lecturas del año que nadie necesita ni reclama. Y, sin embargo…

Y sin embargo diré que los mejores libros han sido aquellos que han llegado de manera inesperada. ‘Complicarse la vida’ (Tusquets), de Virginia Cowles, ha sido el más sorprendente. Me llegó de rebote, sin que yo supiera nada de esta reportera estadounidense que antes de cumplir los 30 había cubierto la Guerra Civil y se preparaba para hacer lo propio con la Segunda Guerra Mundial. El descubrimiento fue formidable.

En estas memorias de guerra Cowles escribe sobre los años más convulsos de la historia reciente con una lucidez y un dominio de la escena que he visto en pocos reporteros. Es, desde luego, una escritora mucho más interesante que la popular Martha Gellhorn, con quien coincidió en Madrid y varios lugares de Europa en conflicto, y cuya obra periodística fue rescatada poco meses después por Debate en ‘El rostro de la guerra’.

También sorprendentes han sido otras dos autoras que no estoy viendo estos días en las listas de recomendaciones. Son Elizabeth Hardwick y Joanna Walsh.

Hardwick fue una de las ensayistas más influyentes del siglo pasado en Estados Unidos y, con 63 años, publicó una novela que nadie esperaba: ‘Noches insomnes’, reeditada por Navona. Se trata de un delicadísimo ensayo fragmentario, sin trama aparente, en la que la autora noveló su propia vida, con referencias a su universo literario, a los clubes de jazz de Nueva York o a historias de amor pasadas. Más que para leer, es un libro para degustar.

Lo mismo se puede decir de ‘Vértigo’, de Walsh. Hay que agradecerle a Periférica que haya traducido este conjunto de relatos breves en los que la autora británica se pone en la piel de distintas narradoras con un agitado paisaje interior: mujeres que están superando una ruptura, que exploran su soledad, que acaban de ser madres… La prosa de Walsh es contenida a la par que elegante; le sobra buen gusto.

Este año también he leído algunos debuts literarios, y no me refiero al ‘Conversaciones entre amigos’ de Sally Rooney –no comparto ese entusiasmo tan extendido– ni a otras obras iniciáticas que he preferido dejar a un lado, sino a las primeras novelas de Joan Didion y John O’Hara.

‘Río revuelto’ (Gatopardo) lo publicó Didion cuando tenía 29 años. Fue la primera piedra del conjunto de una obra que siempre ha rozado la excelencia, y por eso es, dentro de la narrativa de Didion, una novela menor. Pero es una maravillosa novela menor. Tengo envidia de aquellos que asistieron en 1963 a la revelación de este talento desbocado.

La lectura de las novelas de debut de John O’Hara se la debo a Contra, que, después de recuperar algunos de los mejores cuentos de este autor estadounidense, traduce ahora ‘Gloria Wandrous’. Esta fue la segunda novela de O’Hara, publicada con 30 años, solo uno después de que con ‘Cita en Samarra’ (DeBolsillo) se presentara en sociedad como una suerte de hermano descarriado de Fitzgerald; quizá con menos talento, pero mucho más descarado.

En el capítulo de reporteros elegantes, este año he disfrutado con Gay Talese, Tom Wolfe y A. J. Liebling. De Talese, Alfaguara ha recuperado ‘El puente’, la primera obra importante que publicó, en 1964, cuando tenía 32 años. Impresiona comprobar lo bueno que era antes de convertirse en el referente del Nuevo Periodismo. De Wolfe hemos podido leer en español lo último que publicó antes de morir, ‘El reino del lenguaje’ (Anagrama), una divertísima diatriba contra Noam Chomsky. A. J. Liebling fue uno de esos muchos precursores que ha tenido el llamado periodismo literario. Aún permanecía inédito en español. ‘La dulce ciencia’ (Capitán Swing) es una selección de sus mejores crónicas sobre boxeo. Las entrevistas recogidas en ‘Antigua sabiduría gonzo’ (Sexto Piso) al no tan elegante Hunter S. Thompson aportan claves interesantes para entender la mentalidad de este excéntrico escritor. Un libro de entrevistas también puede ser adictivo.

Si alguien me preguntara, diría que estos son mis libros del año.

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