Venezuela. Borrell y templar gaitas
Venezuela son las lágrimas secas de Karina Sainz, en su pisito de la plaza de Santa Ana cuando ve en qué quedó su barrio y su gente allá en Caracas: lágrimas cargadas de futuro. Venezuela es el caimán eterno y el fallo del sistema. Venezuela es la página errónea de la Historia, lo que pudo ser el referente y se convirtió en el enemigo del patio trasero.
Venezuela son las lágrimas secas de Karina Sainz, en su pisito de la plaza de Santa Ana cuando ve en qué quedó su barrio y su gente allá en Caracas: lágrimas cargadas de futuro. Venezuela es el caimán eterno y el fallo del sistema. Venezuela es la página errónea de la Historia, lo que pudo ser el referente y se convirtió en el enemigo del patio trasero.
Ahora más que nunca suena la libertad en Venezuela, aunque corran los muertos porque la Historia avanza con irremediables cadáveres. Hay ya un clamor de la Historia y un azafato de FITUR que se cisca en Maduro cuando yo le doy pie.
Lo intolerable del autobusero Maduro ya clama al mundo civilizado, y no caben ya templar gaitas con el sátrapa. Se le ve en los estertores, llamando ‘colonialista’ a España como si fuera un Torra del Orinoco.
España tiene sus deberes morales y genealógicos con Venezuela. Por eso y por todo ahora, ahorita mismo, Venezuela puede cambiar el rumbo y callar a los chinos y a Putin.
Creímos que el enemigo era Puigdemont, pero no dio la talla, porque España empieza donde empiezan sus embajadores tácitos. Venezuela clama libertad cuando implosiona Podemos y eso me da para un ensayo de largas páginas y pocas florituras.
Es un clamor, insisto, que Maduro se vaya a Guantánamo o La Haya o Alhaurín con traje naranja. A la cárcel y al pudridero. Pero Borrell, un hombre que pudo ser algo, dijo que de «cambiar de régimen», de mandar al peor chavismo al pudridero de la Historia.
La salvaguarda democrática de España consigo misma y con la España democrática (sic) empieza hoy con Venezuela. Sánchez ha patinado porque Dios no lo llamó a la geopolítica, sino a poner cachonda a una militancia gagá y a los hechos consumados. Y sin embargo aún estamos a tiempo de que a Venezuela se le quite el realismo mágico y vuelva a la libertad. Llamarlo tirano y contemporizar: como si Venezuela fueran unos presupuestos. Y lo de Pepe Borrell, medio ofreciéndose como observador de unas elecciones que nunca serán tales…
Maduro, no obstante, lleva ya un ‘rigor mortis’ como de quien entrega en manos del Pajarísimo Comandante Hugo Chávez el alma y el sobaco. Un día supieron que Bolívar no era ni Sun Tzu ni era Maquiavelo: hicieron ya agua y van hundiéndose a tiros.
Guaidó tiene la oportunidad histórica por mucho que los milicos vayan a por él. La propia Historia le pedirá, cuando sea oportuno, o liderazgo o anonimato. Los libertadores de América no lo fueron tanto, y de ahí las precauciones poéticas del abajofirmante.
Maduro me llamó colonialista, a Guaidó le bloquearon las cuentas y lo amenazaron de todo y todos, pero algo me dice que ésta es la definitiva con la que Venezuela sale del pantanal.