MyTO

Fact-checking

Los medios crean secciones dedicadas a ello, a menudo para comprobar la veracidad de los del otro bando

Opinión
  • Periodista y miembro de la redacción de ‘Letras Libres’ y autor de ‘Mi padre alemán’ (Libros del Asteroide, 2023).

Libertad de expresión es la libertad de expresión de los míos. La presunción de inocencia es la presunción de inocencia de los míos. Los míos son víctimas y héroes a la vez: sufren censura y persecución de sus ideas, el establishment está contra ellos, y a la vez son héroes de la resistencia. En una época de polarización y sectarismo, los intentos de trascender líneas divisorias son loables. Han surgido iniciativas que luchan contra las noticias falsas y los bulos, por ejemplo. Pero pronto el fact-checking se ha politizado y convertido en un arma: los medios crean secciones dedicadas a ello, a menudo para comprobar la veracidad de los del otro bando. Hay medios que revisan con minuciosidad banalidades de los otros y obvian barbaridades de los suyos.

Lo que empezó como algo bienintencionado y necesario (y que medios como Maldito Bulo hacen de manera rigurosa e inteligente) se convierte en un arma partidista. Ocurrió algo parecido con las fake news[contexto id=»381731″]. Cuando los medios comenzaron a hablar en EEUU del fenómeno de las noticias falsas, los partidarios de Trump y el propio presidente usaron el concepto para atacar a los medios generalistas. CNN, el New York Times y el Washington Post eran las verdaderas fake news. En una época de polarización y populismo, los conceptos se instrumentalizan rápidamente y pierden su significado original. Ahora hacer fact-checking es una manera de dar una pátina de credibilidad y modernidad a un periodismo de baja calidad.

A los periodistas nos encanta psicoanalizarnos. ¿Qué hemos hecho mal? ¿Por qué no hemos llegado a la gente? ¿Por qué dicen que manipulamos si nuestras intenciones son buenas, estamos en el lado bueno de la historia y nos preparamos casi siempre las entrevistas? Hay innumerables casos de partidismo, de periodistas mamporreros y otros que acaban de presidentes de la Generalitat, pero la profesión conserva una autoimagen muy positiva y tiene siempre un blindaje frente a las críticas: criticar al periodismo es degradar la democracia.