Siempre saludaba
Un caso paradigmático de los asesinos en serie es el de Ted Bundy: sonriente, solícito, amable y atractivo, encarnaba la quintaesencia del norteamericano respetable
No hay duda de que se trata de nuestro lado más morboso. Reconozcámoslo. La abundante oferta literaria y cinematográfica sobre psicokillers y asesinos en serie denota que hay un público nada escaso ávido de narraciones truculentas. En mi caso, no me duelen prendas en admitir que soy un lector/espectador preocupantemente interesado por esas mentes enfermizas que sienten un subidón adrenalínico cercenando con crueldad vidas ajenas. En el canónico ensayo Asesinos en serie del ex agente del FBI Robert K. Ressler encontramos una retahíla de nombres ilustres de la galería del horror inmisericorde como Richard Speck, David Berkowitz o Charles Manson y su peculiar familia. No se trata del morbo por la sangre ni los hórridos espectáculos de casquería, sino más bien de la curiosidad por conocer cómo funciona la pisque de un depredador que sólo experimenta placer orgasmático haciendo el mal extremo.
Un caso paradigmático es el de Ted Bundy. Lejos de estereotipos cinematográficos, el joven licenciado en psicología y estudiante de derecho parecía tenerlo todo a su favor para labrarse un porvenir más que satisfactorio. Nixoniano convencido y con notables dotes para la oratoria seductora, flirteó con la política y se arrimó a círculos sociales conservadores y de misa dominical. Sonriente, solícito, amable y atractivo, Bundy encarnaba la quintaesencia del norteamericano respetable y escorado a una derecha de orden y ley en una década convulsa de greña contestataria. Pero mientras sonreía inmaculado y estrechaba manos a la salida de la iglesia, tuvo tiempo para violar y asesinar a más de una treintena de chicas, según propia confesión antes de freírse en la silla eléctrica.
Como no podía ser de otra manera, las plataformas de seriéfilos están sacando partido a nuestra particular atracción por las psicopatologías letales. En Netflix puede verse la interesante Las Cintas de Ted Bundy (Joe Berlinger), una reconstrucción de este egocéntrico y sociópata asesino, a través de grabaciones de audio realizadas en el corredor de la muerte, imágenes de archivo y testimonios varios de personas relacionadas con el caso. También la ficción se ha ocupado de Bundy en un film prescindible y olvidable, pero que, al igual que la serie documental, demuestra que, en no pocas ocasiones, el asesino siempre saludaba.