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Ayuso, de entrada

«En el debate de investidura, Ayuso confirmó que la iban a machacar, como dando por hecho que todo político se tiene que enfrentar a un Calvario porque sí»

Opinión
  • Escritor, periodista, actor de doblaje y madrileño por narices. Ciclista de a diario. Blanco o colchonero según la digestión. Romántico rompedor de los tópicos.

Isabel Díaz Ayuso es la Lola de Arnao, un tomajazo de delicadeza y juventud en una Comunidad que viene y va al pelotazo. En el debate de investidura, Ayuso confirmó que la iban a machacar, como dando por hecho que todo político se tiene que enfrentar a un Calvario porque sí.

Ayuso será presidenta de la Comunidad de Madrid, que gestiona el Bosque de la Herrería y los quitanieves que nunca se usan desde que yo y cuatro más nos cepillamos la capa de ozono. La Comunidad de Madrid hace poco y paga a tiempo, lo cual no sé si es bueno o si es malo.

Madrid como Comunidad es una mezcla de pinares resecos, piscinas sindicales, casas como las de Monasterio y pueblos venidos arriba. La CAM es Majadahonda con sus colegios británicos y San Sebastián de los Reyes con su tobogán acuático y sus vacas locas y su alcalde transideológico y disfrutón, el gran Narciso. Sobre todo ello, desde La Morcuera hasta Torrejón de la Calzada, ha de gobernar Ayuso sabiendo que la van a machacar… Pero ocurre que hay algo en Ayuso de cosa secreta, de Cacaíto Rodriguez que deja de agazaparse y pudo ganar un Tour o un Giro, no recuerdo. De entrada, se ha merendado a Monasterio, a la que no le pega defender eso de «pan, patria y justicia»: y en el PP es Isabel un poco el contrapunto derechoso a las querencias «indies» de Andrea Levy. En todo caso, las doñas del PP tienen más futuro que Maroto el cunero y toda esa gallofa desideologizada.

Ayuso será presidenta y le damos la enhorabuena, aunque uno haya criticado la propia esencia del Estado Autonómico y por eso me llueven escupitajos de «hunos» y otros. La realidad es que la CAM tiene sus desafíos, la necesidad de buses nocturnos cada hora entre Navalcarnero y Moncloa -es un decir- y a todo esto que Ayuso anuncia una rebaja fiscal que no sé en qué me afecta.

Gabilondo se ha quedado en «todo amar y servir», que es la máxima ignaciana que se aplica este jesuita que es socialista por ser y un hombre brillante y todo ceniza.

Con Ayuso llega el tiempo nuevo, los polvos de arroz en la cara, las rebajas fiscales, y un look moderno/monjil en la Puerta del Sol.