Traspaso
«En apenas cuarenta metros cuadrados se reunían la vieja Convergència, la de los Pujol, Guitart, Gispert…»
En Lázaro recibía al comensal una pila de libros en la que yo veía un altarcillo a lo This is Anfield. El emplazamiento del local, un metro por debajo de la acera, le daba un aire de club, más clandestino que exclusivo. Y para hombres, preferentemente; no fue un sitio que gustara al público femenino, más necesitado de vistas. Que lo regentaran dos hermanas no encierra ninguna paradoja; antes bien, fue condición. Ese algo maternal, ellas saben. Por lo demás, ni Carmen ni Fina se hacían notar; el servicio y la comida siempre fueron impecables, mas nunca vi a nadie que fuera únicamente a comer. En apenas cuarenta metros cuadrados se reunían la vieja Convergència, la de los Pujol, Guitart, Gispert…, Oriol Trillas, Llàtzer Moix, Arcadi Espada, Josep Maria Espinàs… Un lugar civilizado, con su aspecto de talgo a París, con sus muertos en perfecto estado de revista. En los últimos tiempos no hubo clientes que los reemplazaran, y Carmen y Fina resolvieron abreviar. Sin agonías. Fue el figón idóneo para fundar un partido, un periódico, una amistad, y era el menos indicado para mirar el Whatsapp.