D'Hondt y el canibalismo aritmético
Tras el mazazo que sufrió el PSOE en las andaluzas de diciembre, en La Moncloa fueron conscientes de que la llegada de VOX les daba una triple oportunidad en las elecciones generales
“El gran Cartago lideró tres guerras: después de la primera seguía teniendo poder; después de la segunda seguía siendo habitable; después de la tercera ya no se encuentra en el mapa.”
Seguramente hubiera sido más acertado guardar esta cita de Camus hasta el 11 de noviembre, pero puede tener cierto encaje en esta segunda guerra electoral que los políticos parecen haber declarado a los electores. Pero hoy no quiero hablar tanto de guerras sino de batallas y de mapas.
No por manido es menos cierto que siempre que hay elecciones generales hay que recordar que no se trata de una elección, sino de 52 diferentes. 52 batallas. Y cuando esto se tiene presente los mapas adquieren una importancia capital, especialmente en caso de repetición electoral.
No hace falta calzarse unos guantes a lo Minority Report para analizar el mapa electoral de España, pero sí dedicarle tiempo, ya que un análisis reposado ofrece muchas respuestas.
¿Cómo es posible que dos bloques con el mismo número de votos se distancien tanto en el reparto de escaños? ¿Por qué medio punto de ventaja que tuvo la izquierda sobre la derecha le valió para superarla en 17 diputados? Vamos a verlo.
Tras el mazazo que sufrió el PSOE en las andaluzas de diciembre, en La Moncloa fueron conscientes de que la llegada de VOX les daba una triple oportunidad en las elecciones generales, demasiado apetecible como para dejarla pasar: fracturaba el voto de la derecha, limitaba las opciones competitivas del PP y nutría el argumentario con eficaces mensajes de miedo. Hat trick.
La izquierda obtuvo un buen resultado electoral potenciado por el efecto aritmético que tuvo en el reparto de escaños la llegada de un quinto partido. Los umbrales efectivos de entrada en las circunscripciones pequeñas, es decir, el porcentaje real necesario para conseguir al menos un escaño, convirtieron a VOX en el pagafantas electoral de las pasadas elecciones. En 14 circunscripciones se quedó a las puertas de conseguir un escaño más y solo fue el último diputado en 4 provincias. Un saldo claramente negativo.
Si hacemos ese mismo ejercicio con el PSOE el resultado es diametralmente opuesto. Los socialistas consiguieron 18 últimos escaños y se quedaron en la sala de espera del reparto en 10 ocasiones. Un saldo positivo de 8 diputados.
En la siguiente tabla podemos ver cuántos últimos escaños consiguió cada uno y cuántas veces se quedó con la miel en los labios. Una forma de ver cómo de esquiva o de encontradiza fue la fortuna en las pasadas elecciones. PSOE y VOX fueron, respectivamente, el mayor beneficiado y el paganini.
Y es que hubo batallas por el último diputado muy reñidas en bastantes circunscripciones. La más ajustada se produjo en Zaragoza. El PSOE consiguió el tercer diputado solo por 56 votos y Ciudadanos se quedó a las puertas.
La fortuna sonrió más al bloque de la izquierda que al de la derecha. La izquierda consiguió 25 últimos escaños y la derecha 23. Un equilibrio razonable, teniendo en cuenta que los bloques pesan lo mismo. Pero la desajustada ventaja en escaños que tuvo la izquierda sobre la derecha se produjo en buena medida por el canibalismo aritmético de la derecha. Me explico.
De los últimos 25 escaños que consiguió la izquierda, en solo 5 provincias compitieron entre PSOE y Unidas Podemos. Es decir, el “equipo” de la izquierda fue muy eficiente a la hora convertir sus votos en escaños, ya que apenas se molestaron entre sí.
Pero en el caso de la derecha, se estorbaron mucho más entre los tres partidos, PP, Cs y VOX. Hasta en 10 ocasiones se sisaron escaños entre ellos. Los partidos de derechas se obstaculizaron el doble que los de izquierdas.
En una campaña electoral los estrategas pueden llegar a controlar muchos aspectos. Pueden elegir de qué temas quieren hablar más, cuáles son los tonos y los ritmos de sus mensajes. Pueden elegir a qué sitios y qué candidatos van a qué lugares y a qué medios de comunicación atienden.
Pero hay cosas que no se pueden controlar, por muy afinadas que crean tener las encuestas con las que trabajan. Las batallas de los últimos escaños son impredecibles y en el mes de abril fueron muy favorables al bloque de la izquierda, especialmente al PSOE.
La tendencia generalizada que dibujaban los sondeos hasta ahora es que Pedro Sánchez volvería a ganar y que el bloque de la izquierda se distancia un poco de la derecha. Los votantes de la derecha parecen un tanto anestesiados, pero ojo, eso era antes de que el votante de izquierda cayera en la cuenta de que, pudiendo sumar, la izquierda no gobierna.
Queda tiempo y veremos reajustes en los bloques. Aunque quizá el mayor reajuste no venga de los votos sino de la lotería del reparto de los restos en cada provincia.
Veremos si en esta ocasión la mano invisible de D´Hondt vuelve a ser tan benévola con la izquierda. Veremos también qué bloque se viste de Catón el viejo en la noche electoral y proclama “D´hondt delenda est”.