La fragmentación unánime
«Si Errejón recorta a Podemos, es probable que Vox pase de ser el quinto partido al cuarto»
No se percibe en el bloque de izquierdas la misma preocupación por la fragmentación que en el bloque de derechas, y eso que ya están empatados, como mínimo, si no contamos a los socios periféricos de Sánchez. A Pablo Iglesias le crecen los enanos: Errejón se presenta y Teresa Rodríguez coquetea con la idea de un Podemos califal. Parece justicia poética: tanto defender la España plurinacional ha terminado con un partido atomizado o de taifas, centrifugado.
¿Por qué no les preocupa? La leyenda rosa de la izquierda diría que porque ellos respetan más la diversidad de tendencias, mientras que en la derecha rige la disciplina marcial, el margen de beneficio bruto y el miedo a la utilidad decreciente del voto en conciencia. Más bien es porque creen que la división no afecta al principal partido. El PSOE no conoce escisiones y calcula que las de Podemos terminan enviando el voto más calculador a sus rediles. Contemplan con gusto estos movimientos porque se piensa que terminan sumando para los socialistas. No por integración de Podemos, pero, al menos, por desintegración.
Pero Errejón puede tener más peligro del que parece para Sánchez, ojo. Su cisma va a arañar votos a Iglesias, pero lo hará entrando como una cuña ideológica entre Podemos y el PSOE. ¿No habrá votantes más de izquierdas del PSOE que sucumban al encanto de un mensaje joven, intelectual e idealista? Apostaría a que sí. Sin contar con el foco que robará a los otros, que ya les está robando y que, en una sociedad mediática como la nuestra, tiene una traducción electoral casi automática. Para colmo, la cuña de Errejón empujará más hacia la izquierda y el maximalismo a Iglesias. Éste, para diferenciarse, endurecerá el mensaje… y las condiciones para pactar con el PSOE. Como Pedro Sánchez siga necesitándolo para cuadrar sus números, que vaya preparándose, porque le llegará un Iglesias tanto más duro cuanto más pequeño. Los votantes que le queden lo habrán tenido, además, clarísimo. Por eso no se habrán ido ni con el PSOE ni con Errejón. Se está creando un núcleo de irreductibles galos.
Hay un efecto colateral que quizá no se haya tenido en cuenta porque cuenta en el otro bloque y en la política española se imponen los análisis estancos. Cuando se haga el recuento de votos, si Errejón recorta a Podemos, es probable que Vox pase de ser el quinto partido al cuarto. Y eso tendría su relevancia para el rebote de los restos según la ley d’Hondt. De manera que la fragmentación de la izquierda paliará la de la derecha. En lo psicológico, por la imagen relativa, porque ya son fragmentaciones simétricas; y quizá en sus efectos, si Vox sorpassa a Podemos y a Errejón, cada uno por su lado.