El abrazo insomne
«El abrazo ortopédico entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias quedará como uno de los momentos más escalofriantes de la historia moderna de este delirante país»
El abrazo ortopédico entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias quedará como uno de los momentos más escalofriantes de la historia moderna de este delirante país. No hace ni dos meses el inquilino de la Moncloa afirmaba que un pacto con los populistas le conduciría al insomnio crónico y fatal. Poco antes, Sánchez había hecho una oferta a los podemistas a sabiendas de que estos acabarían rechazándola. La ambición sin freno ni escrúpulo de Sánchez, unida al endiosamiento de un Rivera que se creyó (o hicieron creer) líder supremo de la derecha por un día, nos ha llevado a este punto de degradación sin retorno de la vida pública y el ejercicio político.
El documento de base para formar un Gobierno minoritario que requerirá de constantes ayudas indeseadas (la de los desleales independentistas y nacionalistas de la periferia, sin ir más lejos) contiene un sinnúmero de tópicos electoralistas y bullshit (la caca de la vaca de toda la vida) embutido en líneas socorridas. Todas aquellas diferencias insondables que impedían un Gobierno del PSOE con UP se han solucionado con cuatro llamadas nocturnas y alevosas que han desembocado en un folio repleto de vaguedades conceptuales, brochazos léxicos y brindis al sol semánticos.
Para Cataluña “diálogo” y para el autónomo, un carajillo. Está claro que todavía no ha nacido el listo capaz de bajar del Falcon al presidente del Gobierno disfuncional. Tiene mérito, y dice muy poco a favor de sus oponentes políticos, que sin esconder el rostro de cemento armado, Sánchez haya vuelto a ganar las elecciones y se atreva a presentar el déjà vu como alternativa de Gobierno.
Mientras tanto, a la derecha y sus voceros les ha faltado tiempo para recuperar del fondo del baúl de sus primitivas ocurrencias el feliz eslogan “Gobierno Frankenstein”, el espantajo del bolivarianismo, el hombre del saco y cheka, la España rota, mancillada y descuartizada, y colgar un vídeo del coletas en una Herriko taberna diciendo, as usual en él, sandeces sin pausa. Nuestra eterna derechona no podría vivir sin su fantasmagórico Frente Popular.