La muerte de la Constitución
“’La Justicia no basta’, ha pronunciado Sánchez, y todos hemos entendido lo que quería decir: ‘La Justicia sobra’”
La celeridad de Pedro Sánchez tras su trabajada confirmación parlamentaria ha sido fulminante, dejando atrás hasta a Quim Torra: él es ahora el que exige poner ya en marcha la mesa de negociación sobre la que va a colocar todos los regalos para Cataluña, desde las selecciones deportivas nacionales hasta la transferencia de prácticamente todo. Ello, tras aceptar la burla de una recepción como si fuese el presidente de Turkmenistán en visita oficial a la República de Cataluña y aceptar como anfitrión igualmente presidencial a un ciudadano de a pie, inhabilitado por los más altos tribunales de España y de Cataluña.
“La Justicia no basta”, ha pronunciado Sánchez, y todos hemos entendido lo que quería decir: “La Justicia sobra”. Así, en un ratito en Barcelona, Sánchez ha liquidado el régimen nacido en 1978 y con él su Constitución.
Hay que reconocer que esto no parece mero chalaneo para seguir asegurándose los votos separatistas en el Congreso de los Diputados. La escena de este jueves, digna del teatro del absurdo, de llevar la firma de Ionesco o de Arrabal, demuestra una clara intención política. Sánchez solo rechaza por ahora la palabra “independencia”, pero acepta todo lo demás. Queda preguntarse si de verdad van a tener mucho interés los catalanes, por ejemplo los de ERC, que son favoritos de las próximas elecciones regionales, en insistir en su referéndum. Tendrán su país y luego lo tendrán los vascos. Y evidentemente a Sánchez, el lejano y fabulador Sánchez, no parece preocuparle mucho lo que opine el resto de los ciudadanos, incluidos los millones de catalanes y vascos que rechazan esta partición de facto —recuerden, de iure ya no hay nada— de España.
Las fuerzas de la extrema izquierda han demostrado sus intenciones y su control, como con el Frente Popular. Si agregamos los diferentes proyectos sociales y económicos anunciados para el resto del país, se anuncia un caos que promete un desenlace venezolano o algo así.
Si esto no basta para que la sensata idea de Inés Arrimadas, incluida la recuperación como candidatos electorales en España Suma de figuras procedentes del centro-izquierda constitucionalista, llegue a hacerse realidad, es difícil imaginar que el golpe de Estado iniciado por el propio presidente del Gobierno pueda ser contrarrestado en las urnas y que algo del régimen democrático pueda ser restaurado.