1978
«Es inevitable preguntarse si los vestigios de UPyD y Cs son los más indicados para abanderarlo»
El mismo día en que la mesa de negociación de Sánchez y Torra tenía que reunirse en Moncloa, Fernando Savater y Rosa Díez presentaban por la mañana su enésimo proyecto para movilizar a la sociedad española en favor del pacto constitucional del 78 y no permitir que los representantes públicos cedan ante aquellos que quebrantan la ley.
El compromiso de Savater siempre me ha parecido sincero. En las ocasiones que hemos coincidido o le he entrevistado, además de inteligente, me ha parecido humilde y buena persona, cualidades que no siempre van aparejadas en este mundo de la política y la significación pública.
Pero más allá de las buenas intenciones y de la nobleza de muchos de los postulados de sus integrantes, como es el de defender el concepto de ciudadanía frente a los vínculos de sangre –algo progresista en todo el mundo menos en España–, no podía dejar de preguntarme hasta qué punto era útil otra iniciativa de Díez y los sospechosos habituales. ¡Los ya over 60!
Y que no se malinterprete. Ojalá hubiera un Savater para mucho años, la juventud no es un valor en sí mismo. Pero cualquier proyecto preocupado por el futuro de España debe preguntarse dónde están los jóvenes y las caras nuevas. Y si se sienten o no interpelados. A veces habría incluso que renunciar al calor de los focos y empujar a otros a tomar el relevo. Eso sí es compromiso cívico e intergeneracional.
La presentación de Unión 78, con Rosa Díez al frente, pareció un revival de aquellos que ya han tenido su momento en política, donde la nostalgia y los egos personales brillaban más que la nobleza de la causa.
Nadie duda de que hay que reivindicar el consenso surgido de la Transición y defenderlo a contracorriente, ante la marea populista y revisionista. Pero es inevitable preguntarse si los vestigios de UPyD y Cs son los más indicados para abanderarlo.