Noticias falsas, malas noticias
«Pese al empeño de tantos, estas mentiras no desaparecen ni parecen remitir. No lo harán porque el arte de la mentira es tan antiguo como el de la política. Y siempre han ido de la mano»
Malas noticias. Llevamos varios años denunciando los efectos perniciosos de las fake news y la influencia de la posverdad en la vida pública. No son pocos los medios de comunicación que han generado estructuras internas que permitan comprobar la veracidad o no de los datos. Aunque, en la mayoría de las ocasiones, siempre sea de los otros. Los estudios y congresos científicos sobre el fenómeno han crecido exponencialmente. La preocupación es tal que el propio gobierno tiene, o eso ha anunciado, su plan para luchar contra este tipo de desinformación. Sin embargo, y pese al empeño de tantos, estas mentiras no desaparecen ni parecen remitir. No lo harán porque el arte de la mentira es tan antiguo como el de la política. Y siempre han ido de la mano.
El último testimonio, aunque pueda parecer anecdótico y banal, ha sido una imagen trucada de Isabel Díaz Ayuso en ARCO. La presidenta de la Comunidad de Madrid aparecía tocando una escultura en la que se podía leer con claridad un rotundo: “no tocar”. En cuanto la fotografía falsa comenzó a circular en las redes sociales, diversos perfiles se encargaron de atacar a Díaz Ayuso. No estamos hablando solamente de perfiles anónimos, habituales en el vituperio digital. Hubo también políticos, periodistas y científicos sociales que se tragaron el anzuelo, sacando todo tipo de conclusiones sociales y políticas. Al conocerse que la fotografía había sido manipulada, la disculpa no fue la respuesta más reiterada. Ya quisiéramos. Muchos de los pillados en renuncio se justificaron señalando que lo que mostraba la fotografía modificada no era verdad, pero sí veraz. Y así, de golpe, descubrían sin ser conscientes el porqué del éxito de las noticias falsas.
Si amplios colectivos van a seguir creyendo en las fake news es básicamente porque piensan que son plausibles y posibles. No son cafres incultos ni manejan solamente mala información. Así ha funcionado siempre la maquinaria conspiracionista desde antiguo y lo seguirá haciendo después de nosotros. Ya sean noticias contra los inmigrantes, las multinacionales o los gobiernos. Si quieres creer, creerás. No hay más. Contra esta dinámica poco pueden hacer las agencias gubernamentales o los más puntillosos verificadores de hechos en los medios. Porque, en el fondo, el principal problema no está en los datos, sino en la gramática que usamos para explicarnos el mundo y la realidad. Los puntos de vista preexistentes permean de tal forma nuestra mirada que no lograremos escapar de ellos con facilidad. O, como explicó hace unos cuantos siglos atrás Maquiavelo, el príncipe tramposo siempre se encontrará con quien se deje embaucar.