Europa y cómo sobrevivir a 2020
«Muchos conservadores europeos y españoles admiran a Trump por lo que ven su capacidad de decisión. Otros dudamos de su raciocinio y quisiéramos volver a ver a un moderado que construye en lugar de un radical que castiga y premia a su capricho»
Con le renuncia este mismo jueves de Elizabeth Warren, la campaña en pos de la designación (“nominación” es un anglicismo que chirría, aunque, claro está, la actual RAE lo ha bendecido) como candidato del partido demócrata a las elecciones presidenciales de Estados Unidos en noviembre ha quedado reducida a dos rivales, Joseph Biden y Bernie Sanders. No es noticia ya. Sí es noticia lo que significa para el futuro de EEUU y de sus relaciones con una Europa bastante descoyuntada y que, por su parte, intenta rehacerse y volver a ponerse en marcha. Añadan lo que va a suponer en el próximo futuro la extensión, por ahora imparable, del coronavirus[contexto id=»460724″], y el cóctel resulta movido y muy inquietante. Bueno, algo no se moverá, o irá hacia abajo: la economía mundial.
En estos momentos de ansiedad que pueden dar paso a algo más semejante al pánico, las elecciones norteamericanas podrían parecer menos importantes que en ocasiones anteriores. En realidad, es al contrario: con más o menos sufrimiento en el camino, el coronavirus acabará controlado, pero cuatro años más con Donald Trump[contexto id=»381723″] en la Casa Blanca pueden acabar con lo que queda de la relación de cooperación económica con la Unión Europea y defensiva dentro de la OTAN, aparte de dejar tan maltrechos los mecanismos democráticos como está sucediendo en los países europeos en los que se ha impuesto alguna de las variopintas fórmulas de populismo.
Trump, en líneas generales muy similares a lo que buscan los más altos dirigentes de China y Rusia, ve las relaciones internacionales como una pugna feroz por los intereses propios, una lucha de potencias en una competencia en la que por ahora no se habla de enfrentamientos más violentos… pero eso suele acabar planteándose.
Muchos conservadores europeos y españoles admiran a Trump por lo que ven su capacidad de decisión. Otros dudamos de su raciocinio y quisiéramos volver a ver a un moderado que construye en lugar de un radical que castiga y premia a su capricho. Por eso es importante lo que ha sucedido este martes: no sólo el moderado Biden ha superado lo que parecía una distancia difícil de salvar, en votos y en delegados a la convención demócrata, al socialista Sanders, sino que en el acto el favorito para imponerse en noviembre ha cambiado. Sanders era una víctima propiciatoria frente a Trump, con toda la América de derechas y centro contra él, y en cambio Biden atrae a ese grupo y puede incluso quitarle algún voto a Trump.
Si Europa sale de este angustioso 2020 habiendo superado sin un exceso de desgracias humanas y económicas el coronavirus y reanudado un papel rector junto a Estados Unidos dentro del mundo libre, podrá respirar y mirar al futuro con esperanza. Pero qué lejos está todavía ese final de año…